Por Alejandro Mondragón
La llegada del nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le vendrá bien a Puebla.
La anterior titular, Olga Sánchez Cordero, acabó por sumarse a la ola barbofóbica en Palacio Nacional, pero ya se fue.
El tabasqueño Adán Augusto mantiene más que una buena relación con Miguel Barbosa.
Estuvo entre los invitados a la toma de posesión del gobernador de Puebla, en agosto del 2019.
En octubre del 2020 con Tabasco inundado, el mandatario poblano le envió brigadas de apoyo y vehículos para atender la crisis.
Ambos fueron de los primeros en sumarse al Acuerdo por la Democracia que impulsó el presidente Andrés Manuel López Obrador en la elección pasada.
Han mantenido comunicación y forman parte del modelo de 4T que quiere AMLO.
Ahora como Secretario de Gobernación, Augusto tendrá el trato y relación directa con los mandatarios del país.
Ya no le llevarán a López Obrador “versiones de oídas” sobre lo que acontece en Puebla, pues entre Barbosa y Adán tampoco habrá intermediarios.
La entidad ha sido, en el tiempo de Sánchez Cordero, de las más relegadas en apoyos federales. No gestionaba absolutamente nada. Por el contrario, se sumaba al coro de voces para marginar a Puebla.
A la mitad del camino, López Obrador cambia al responsable de la gobernabilidad, más afín a los mandatarios de la 4T, porque fue uno de ellos.
Por lo pronto, Puebla ya considerada en el censo nacional de apoyo a la vivienda que se pondrá en marcha en Veracruz e Hidalgo, a causa del huracán Grace.
Y Puebla fue el estado con el que López Obrador arrancó el regreso a clases en el país, vía remota en la mañanera presidencial.
Por algo será.
