Por Alejandro Mondragón
La herencia delictiva que dejó el morenovallismo, aunada a la desvinculación de la capital de las acciones estatales contra la inseguridad, no ha sido pretexto para revertir la incidencia criminal en Puebla.
Que 13 de 17 delitos de alto impacto registren bajas notables en toda la entidad, como lo reportó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, indica que se acabaron las complacencias.
El punto crítico es la zona metropolitana de Puebla, donde esta semana nos enteramos de ejecuciones y hasta de un sujeto que transportaba en una bolsa una cabeza humana en la zona de la Central de Abasto. Es parte de la descomposición que se pretende atender, a partir de octubre.
Sí, la llegada de una nueva autoridad en el municipio, cuyo edil electo, Eduardo Rivera, ya sostuvo reuniones con el gobernador Luis Miguel Barbosa para lograr lo que no quiso hacer Claudia Rivera Vivanco en la ciudad.
Se nota que los grupos delictivos empiezan a asomar la cabeza para presionar o intentar un acuerdo como el que tenían en el pasado, pero aquí sí Barbosa los ha mandado al carajo.
Está claro que en términos de datos duros se registran bajas notables en secuestros, atracos a transportistas, extorsión, robo de vehículos, homicidios dolosos y feminicidios, entre otros.
Sin embargo, falta atender el tema de la percepción ciudadana ante la delincuencia, donde el camino es bastante largo.
El gobernador Barbosa incluso ha tenido que cesar a secretarios de Seguridad por no estar a la altura de lo que requiere. Saber quién será el perfil para el cargo en el municipio por parte de Eduardo Rivera revelará hasta dónde llegará el compromiso de coordinación contra la delincuencia en la zona metropolitana, donde hoy están los focos rojos.
Y ya no falta mucho para enterarnos.