Por Alejandro Mondragón
Quien anda más que nervioso es Luis Ernesto Derbez. Sí, el rector bis de la Universidad de las Américas.
Este personaje busca lavar su imagen mediáticamente con la misma intensidad que lo hizo con la fuga de recursos de la UDLAP en paraísos fiscales.
En Puebla, siempre se ha dedicado a ello, aunque la ha librado por esas complicidades que permite la impunidad del poder.
En el 2000 su nombre apareció, en la entidad, vinculado al financiamiento ilegal de los llamados Amigos de Fox, organismo que respaldaba con fondos de dudosa procedencia al entonces candidato presidencial panista, Vicente Fox, y lo manejaba Lino Korrodi.
Con el Instituto Internacional de Finanzas de Puebla, a cargo de Miguel Hakim, socio, amigo y cómplice de Derbez, lavaban el financiamiento de la campaña de Fox hasta que el escándalo financiero acabó en político.
Reapareció como secretario del gabinete foxista, desde donde soñó convertirse en candidato presidencial. Luego, se puso a reorganizar sus negocios privados hasta que llegó a la Universidad de las Américas.
Y volvió a las andadas. Puso sus empresas de asesoría a brindar asesoría para él mismo como rector.
En el sexenio morenovallista andaba con amparo bajo el brazo. Se sostuvo por la intermediación de la familia Alonso, por sus lazos con Hakim.
Derbez supo siempre las maniobras de la familia Jenkins para saquear las arcas de la Fundación y llevarse los fondos a paraísos fiscales.
Exhibido en un juzgado fue depuesto como rector. Agarrado en el clavo ardiente de los Jenkins se ha aprovechado de las argucias legales para sostenerse en el cargo.
Y ahora, sin reparo alguno, acude a medios nacionales a denunciar una persecución política y gritar a los cuatro vientos que el torito es inocente.
Origen es destino, Ernesto.