Por Alejandro Mondragón
La eventual mayoría legislativa de Morena ya puso los pelos de punta a los empresarios.
Profundizar en las reformas al marco legal que requiere la Cuarta Transformación para consolidarse, traerá inequívocamente una fuga de capitales.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido consistente en el decir y hacer. Su modelo de nación no incluye al sector empresarial, compuesto por pequeños y medianos negocios, sino a los desprotegidos.
Y para dotar de apoyos a quienes menos tienen, hay que dejar que quienes más disponen ya no lo hagan, con un estado rector que controlará las reglas del mercado.
Un esquema que en el pasado demostró ser tan nocivo, como el neoliberalismo en su versión más cruda que se impuso en la economía.
Los empresarios resienten la presión fiscal, el alza inflacionaria y las advertencias de transformar la estructura de poder para concentrar las decisiones, es algo que no se creía llegar a tanto.
La falta de flujo en los negocios es más que evidente.
Y el resultado será falta de incentivo a la inversión con un marco jurídico que aleja, no acerca, al capital productivo.
Así lo demuestran los informes trimestrales de los grandes corporativos en el país: Alsea, Televisa, Becle, Arca Continental, Genomma Lab y Grupo Aeroportuario del Centro Norte.
Después de la severa crisis del coronavirus, las expectativas lucen para ver un país quebrado y un aparato productivo desmantelado.
Este tema, por cierto, pasa por alto en la narrativa de la oposición para esta campaña electoral.
Y así, ni cómo ayudarse.