Por Alejandro Mondragón
Aunque el PAN resolvió su dilema de candidato por la capital en Eduardo Rivera Pérez, lo cierto es que está más que atento a lo que ocurra en Morena.
La ecuación es simple: esperan que el proceso favorezca a la actual alcaldesa Claudia Rivera Vivanco.
La razón tampoco tiene complicación. La traen más de diez puntos abajo en los careos con Rivera Pérez sobre por quién votaría el poblano en la jornada electoral.
A pesar que existe una diferencia de 14 puntos por partidos, saben que la reelección no está en el interés del votante, el cual pretende un cambio de personaje en Palacio Municipal.
En el PAN se considera, en los análisis mesurados, que Gabriel Biestro, el actual líder del Congreso del Estado, daría la batalla pues se mantiene en el rango de empate técnico con la carta blanquiazul.
Pero si Morena se fuera por la opción de Biestro, entonces el aparato operaría contra el partido y su candidato por temas vinculados con el pasado morenovallista y los acuerdos sospechosos de exoneración de las cuentas públicas de Rivera Pérez en el 2018, como lo refirió hace unas semanas el quintacolumnista Mario Alberto Mejía.
Claudia Rivera, a diferencia de Biestro, no trae amarres locales para apuntalar la campaña. La animadversión de la clase política incluso morenista hacia ella alejaría el foco a Eduardo Rivera, quien quedaría al margen de ese aparato del poder.
Sobre Rivera Vivanco lucen expedientes de diversos pendientes y faltantes en la administración municipal, más allá de envolverse en la bandera de género, en la que también deja mucho que desear.
Así que el PAN sabe que enfrentará dos tipos de elección en función del personaje que resuelva Morena como su abanderado/a a la alcaldía poblana.
Con una sería el cielo, con otro el infierno, en tiempos de canallas.
