Por Valentín Varillas
En el discurso, maneja que no le importa.
Que el proceso electoral no es tema prioritario para su gobierno y que le toca a los partidos sudar las calenturas correspondientes a la lucha por el poder.
Sin embargo, AMLO enfrenta el mayor reto desde que llegó a la presidencia.
Seguir con una conformación cómoda en la cámara baja del legislativo federal, lo que le permitiría navegar en aguas relativamente tranquilas la segunda mitad de su sexenio.
De paso, si se puede afianzar la presencia de Morena en aquellas entidades federativas en donde obtuvo importantes triunfos electorales gracias a su arrastre y carisma como candidato, mejor.
Al jefe del ejecutivo federal le preocupa no aparecer directamente en las boletas este 2021.
Por eso, hace todo lo posible por convertirse en una presencia importante alrededor del desarrollo del proceso.
Un fantasma que, sin pelear directamente en la arena electoral, pueda tener a través de sus acciones algún tipo de influencia para que el electorado responda de acuerdo con sus intereses políticos.
Así, poco a poco, las mañaneras se han ido convirtiendo en implícitos actos de campaña.
Ahí se sudan las calenturas presidenciales, se fustiga a quienes pueden llegar a ser un obstáculo en la consecución de sus objetivos y se dictan líneas a sus seguidores y simpatizantes.
Pero además, el huésped principal de Palacio Nacional, con la gran experiencia que tiene en la política partidista, es un convencido de que las elecciones, en la mayoría de los casos, se ganan con dinero.
Y él tiene el manejo absoluto del presupuesto.
La apuesta será por la operación de los programas de asistencia social destinados a diversos sectores de la población.
Sí, a la entrega en efectivo por concepto de becas para estudiantes, apoyos a mujeres trabajadoras y personas de la tercera edad.
Los miles de millones de pesos presupuestados para estas causas, se ha convertido en un importante pilar de la economía familiar para los beneficiarios, quienes pase lo que pase no modificarán el sentido de su próximo voto, con tal de seguir recibiendo su dinero cada mes.
Estas “ayudas” tendrán todavía un mucho mayor valor, en el entorno económico complicado que se vaticina para el país, debido a la pandemia.
Esa es la razón real del aumento de más del 8% al presupuesto destinado a la política asistencial para este año.
No les importa el hecho de que el Covid tendría que haber modificado de manera radical las prioridades en materia presupuestal y que el aparato productivo nacional, el que genera empleos reales, a la largo plazo, enfrente la peor crisis de su historia y esté condenada a la falta de apoyos por el resto de esta administración.
El presidente sabe que nadie puede competir con las ventajas que da el manejar discrecionalmente miles de millones de pesos.
Esta consiente que hoy, más que nunca, la compra de conciencias es la llave maestra que asegura votos y que te hace ganar elecciones.