Por Alejandro Mondragón
Puebla arrancó el año confinada, ooootra vez, pero muuuy polarizada.
El Covid-19 se convirtió en el principal desafío político, económico y social, sin antídoto, aunque, eso sí, todos confrontados.
Y el 2021 es un año electoral, en el que se evaluará y quizá definirá el futuro de la 4T que no alcanza a convertirse aún en un modelo de gobierno y se ha quedado en proyecto.
El coronavirus nos regresó al #QuédateEnCasa. Las culpas se repartieron a finales del 2020. Unos censuran a las autoridades, otros estigmatizan al ambulantaje, los más ignoran que tampoco contribuyeron a respetar el Pacto Comunitario y los menos mantienen la sana distancia.
Lo político empezó a perfilarse bajo dos vertientes. La 4T usa como bandera de campaña la corrupción morenovallista, mientras la oposición (PAN, PRI y PRD) pretenden revivir a la exgobernadora Martha Érika Alonso y el exsenador Rafael Moreno Valle para usarlos en la contienda electoral como víctimas de un atentado para frenar su transformación de Puebla, dígase modelo de negocio.
En lo económico el horno no está para bollos. El nuevo confinamiento que se estima dure más de lo previsto terminará de matar a aquellas empresas y empleos que sobrevivieron al primer encerrón de marzo a agosto del 2020.
Y todo lo anterior seguro traerá presiones sociales importantes que detonarán en protestas e inseguridad porque la crisis llegó para quedarse.
Aún con la vacuna, continuarán las inconformidades, porque en este 2021 no se juega la salud de todos, sino el arrebatar el poder para unos cuantos.
