Por Alejandro Mondragón
Vaya cagadero de país tenemos.
La docena de los moches en su versión más cruda.
Eso vemos que dejaron los gobiernos del PAN y del PRI. Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto con cabezas de un sistema que hoy explica bien la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder.
Los video escándalos están de regreso en el país para exhibir la forma en la que gobernaban, aprobaban leyes y presumían a los mexicanos un modelo de negocios basado en el soborno político.
Desde ex presidente, gobernadores y hasta presidentes municipales salen salpicados de un esquema de beneficio que se medía por el tamaño del portafolio.
Dicen los analistas que es la degradación de la política mexicana, aunque sin duda es el colapso de una sociedad de poder en decadencia.
El problema de fondo es que no se desmonta el andamiaje de los moches, a partir de políticas públicas, sino de delaciones. Aquel que traiciona a quien sirvió y se sirvió.
Los Lozoyas se van a multiplicar cada fin de sexenio, porque el punto no es combatir la práctica del moche, sino que no me cachen. Que no salgan en videos o audios.
En ese cagadero se gobernó e incluso se pontificó por un país. ¿Cuántos de quienes hoy censuran a la 4T tienen la autoridad moral para hacerlo?
La moral panista quedó aniquilada. La priista se perdió al nacer.
Seguiremos viendo el espectáculo de aquellos que saquearon, robaron, se mocharon y formaron grandes fortunas desde su posición de poder.
En tanto, el país seguirá sumergido en este cagadero, el cual nadie pretende limpiar, sólo se busca no salir embarrado.
