Por Jesús Manuel Hernández
Nunca la Coparmex nacional había estado en el ojo del huracán interno tan intensamente y obligado a su presidente Gustavo de Hoyos a revocar una decisión de nombramiento de “vocero” del organismo patronal distinguido por décadas como una institución seria, hasta que sirvió de trampolín a las candidaturas de sus ex presidentes a cargos de elección popular.
Puebla no es la excepción. De hecho, los liderazgos poblanos que se encumbraron en el consejo nacional de la patronal marcaron una gran diferencia con las anteriores dirigencias proclives en alguna medida al poder político presidencial.
El caso de Alfredo Sandoval González, primer poblano en llegar a la presidencia de Coparmex marcó una pauta y abrió el camino a otros personajes, algunos caerían después en las filas del PAN, de donde, repito, no es extraño que la patronal y Acción Nacional crucen a veces sus caminos.
El caso es que Javier Lozano Alarcón, formado en el priismo de Ernesto Zedillo, reconformado en el panismo de Felipe Calderón, catapultado por el morenovallismo con aspiraciones presidenciales, se quedó sin ocupación política, y ante el caos nacional y la falta de representación ajena a López Obrador, inició el camino de la reconquista.
Desde hace algunos meses dos personajes emanados del morenovallismo iniciaron el acercamiento con Marko Cortés pensando en la proximidad del 2021. Aprovecharon compromisos cooptados con algunos consejeros nacionales en activo.
Lozano buscó ser el candidato del PAN a la Presidencia Municipal, asunto que le dijeron estaba difícil dada la carrera de Eduardo Rivera, quien por esos tiempos empezó a ser cuestionado periodísticamente, una especie de “quítenlo de en medio”.
Entonces Lozano buscó una candidatura a diputado federal ofertando su gran capacidad en el debate, amplios conocimientos y servir de una especie de “puente de plata” para unir fuerzas contrarias, incluyendo a Calderón y comitiva.
Pero también le dijeron que por el momento no se podía.
Al unísono Lozano coincidió en criterios y críticas a López Obrador con Gustavo de Hoyos, que ya para entonces había iniciado la consulta para descubrir a los 300 líderes sociales y sondeado la posibilidad de buscar ser candidato a gobernador por Baja California o incluso como rival a MORENA en el 2024.
Pero De Hoyos vio frustrado su intento al no contar con el respaldo de los dueños del dinero y representantes del grupo político que llevó a Carlos Salazar a dirigir el CCE. Por tanto, se fue quedando solo y he aquí que se apareció Lozano Alarcón en su calidad de salvador y le vendió la idea de convertirse en vocero y abrirle las puertas a la candidatura e incluso coordinar su precampaña.
Lo demás es conocido. Lozano fue designado “vocero”, nombramiento que no soportó el recalentado, pero permitió ver varias cosas.
Primero que Gustavo de Hoyos no contó con el apoyo de los consejeros, tampoco de los expresidentes quienes son tomados en cuenta en decisiones de alto impacto.
De Hoyos reculó, Lozano lo culpó, se hizo el ofendido y reapareció en su papel de mártir para incursionar nuevamente en medios.
Otro asunto a destacar es cómo reaccionaron los poblanos a la designación de Lozano. En Coparmex les molestó a muchos, pero a los panistas les gustó. Tres ejemplos aparecieron en Twitter:
Mario Riestra Piña escribió: ¡Felicidades Javier, @JLozanoA. Estoy seguro de que contribuirás enormemente a la defensa de las instituciones democráticas y el estado de derecho. ¡Abrazo paisano!”
Jorge Aguilar Chedraui: “Estoy seguro que tu incorporación como Vocero Especial de @Coparmex, es un acierto de la sociedad civil organizada. Deseo éxito en tu encargo @JLozanoA.”
Dos personas que curiosamente emanaron también del morenovallismo, con ambiciones a cargos electorales en el 2021.
El tercer caso fue de Jesús Zaldívar, también felicitando a Lozano, pero como Gustavo de Hoyos, igual, reculó y borró su tuit.
Asomar la cabeza en estos tiempos puede ser no muy bueno, a muchos les puede pasar lo de la ranita con el tren.
O por lo menos, así me lo parece.