22-11-2024 03:30:07 AM

De virreyes a jefes de salud

Por Alejandro Mondragón

 

La Presidencia Imperial en el país se encuentra en terapia intensiva, como miles de infectados por el coronavirus.

 

Aunque Andrés Manuel López Obrador funge como eje articulador de la agenda mediática, lo cierto es que cada vez más son los gobernadores quienes asumen decisiones, establecen estrategias y atienden directamente la pandemia.

 

Si en el 2000, con la salida del PRI de Los Pinos, nació la Conago, como articulador en las relaciones de poder en los estados con la Federación, ahora el coronavirus convierte a los góbers de Virreyes a Jefes de Salud en sus entidades federales.

 

Los recursos, la coordinación y las medidas sanitarias, así como las económicas y de movilidad social son de los mandatarios, no del Presidente.

 

López Obrador deja pasar y deja hacer incluso exabruptos de gobernadores, como Enrique Alfaro de Jalisco; Silvano Aureoles en Michoacán; y Jaime Bonilla en Baja California, quienes han rechazado las directrices federales para imponer sus criterios.

Otros como Javier Corral de Chihuahua o Francisco Javier García Cabeza de Vaca en Tamaulipas, quienes han planteado una revisión al pacto fiscal de Federación y Estados.

 

Han sido las circunstancias y no una voluntad política de dejar en manos de los gobernadores la atención regional de la pandemia.

 

Y también sirve para lavarse las manos ante un agravamiento de la crisis, pues si los mandatarios han decidido asumir ese control, entonces ellos pagarán los costos. Para bien o para mal.

 

Así como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado en manos de los gobernadores las pruebas médicas y las medidas económicas para levantar el confinamiento para no ensuciarse las manos, también López Obrador sigue la ruta.

 

Quizá para democratizar aún más los costos políticos de la crisis del coronavirus, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, instó a las alcaldesas y ediles a asumir su parte, como jefes municipales de la Salud.

 

Sólo el tiempo pondrá a cada quién en su lugar, pero lo cierto es que al imperialismo presidencial no lo derrotó la política, sino la salud.

 

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