Por Alejandro Mondragón
La violencia familiar repuntó 23 por ciento en el primer mes del confinamiento por el coronavirus y la tendencia va en ascenso.
Tan sólo en marzo se contabilizaron 981 denuncias ante la Fiscalía de Puebla, reportó Karina Fernández en Al Portador. Falta recuento de abril y todavía un mes (mayo) de confinamiento.
Agresiones de pareja, incumplimiento de obligaciones de asistencia familiar y otros delitos, fueron los que más proliferaron en Puebla.
Aquí radica la orden del gobierno estatal para suspender la venta de bebidas embriagantes en Puebla, mientras dura la pandemia. La Ley seca.
Quizá no vaya a ser la única medida, pues se requiere voltear los ojos hacia aquellos hogares donde la mujer se encuentra en estado de indefensión.
Encerrada con el monstruo tampoco puede comunicarse, sino sólo resistir.
Triste que en Puebla siga la violencia de género, ahora expuesta desde los hogares.
“No tenía la menor idea con la clase de agresor que tuve hijos”, una frase que, por lo visto, se multiplica.
Las agresiones van a la par de la cadena de contagios de COVID-19, aunque parezca un absurdo.
No ceden los feminicidios y tampoco la violencia de género en todas sus manifestaciones. Hasta cuándo. Cada que vez que un hombre agreda a una mujer debería saber que uno como él puede ser la pareja de su hija.
El agresor no cambia. Jamás.
