22-11-2024 04:52:09 AM

¡Gracias Mar del Plata!

Por Abel Pérez Rojas

 

El pasado viernes 29 de noviembre fui homenajeado en Mar del Plata, Argentina, de parte de los integrantes del Centro Escritores Argentinos y Latinoamericanos (CEAL) sede central con adhesión de la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires Argentina (SEP), filial Mar del Plata, ambas entidades presididas por Esmeralda Longhi, motivo por el cual decidí escribir estas líneas para agradecer el cariño y la deferencia recibida.

Quiero agradecer a todos y cada uno de quienes participaron en esa ceremonia de hermanamiento literario, muy especialmente a la talentosa Aurora Olmedo, quien con la amabilidad que le caracteriza tuvo a bien proponerme para ser incluido en ese homenaje nacido del corazón.

Mención especial para Marta Videla de Olmedo por inmortalizar con sus pinceles al gran Octavio Paz.

Nací en la ciudad de Tehuacán Puebla, me llamaron Abel, aunque aún sigo investigando y trabajando para saber y tomar consciencia cabal de quién soy.

Mi origen familiar es muy humilde al igual que el de millones de mexicanos.

Ubico mi amor al saber en la gran influencia de mi madre.

La vida me ha rodeado de seres maravillosos quienes siempre han estado a mi lado y han contribuido de una u otra manera para que yo esté haciendo lo que con tanto amor realizo cada día: escribir, pensar, difundir, crear… trabajar.

Debo decir que este homenaje es de igual manera para ellos, porque sin mis familiares, amigos y audiencia poco sería posible.

Escribo y creo desde unas latitudes que son magníficas para el desarrollo espiritual y creativo.

Desde aquí, donde estoy, todos los días abro la ventana y veo la majestuosidad del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl, dos de los volcanes más grandes de mi país.

La actividad del Popocatépetl siempre me recuerda que vivo en el peligro latente de las fuerzas de la naturaleza.

Vivo en un punto donde los sismos son la constante, un día la tierra se mueve y el otro también. Con mis propios ojos he visto la muerte producto de esos sismos.

En estas tierras la migración es una constante, los miles de peregrinos de todo el mundo aplanan con sus pies nuestras veredas en su búsqueda del norte del continente.

Desarrollo mi actividad en un territorio flagelado por el robo de hidrocarburos, el trasiego de drogas, la marea de feminicidios, y lo que es un secreto a voces: el maridaje del poder político y económico con la delincuencia y el narcotráfico.

Además, la vecindad con el coloso norteamericano hace que siempre esté presente esa frase porfiriana: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.

Desde este aquí, desde el lugar del mole y las cemitas, desde el lugar en el que una mirada y un gesto pueden acabar con todo o edificar todo… hago lo que hago.

Y lo hago con mucho cariño.

Lo hago convencido, porque creo fervientemente que somos más cada vez que damos lo que tenemos.

Mi obra artística e intelectual debe entenderse a la luz de todo ese contexto.

Es cierto que los homenajes pueden resultar lisonja y masaje al ego, pero cuando hay sinceridad y honestidad de por medio -como en esta ocasión-, sirven para comprometer, para alentar, para empujar a que la bondad y la evolución se impongan sobre todo lo negativo que a veces parece ser irreversible.

El homenaje de Mar de Plata me compromete más con el saber, con la vida, con la otredad y conmigo mismo.

El cariño de los literatos marplatenses me carga de energía infinita y noble.

Por todo lo anterior: ¡Gracias Mar del Plata!

Nos vemos en la próxima entrega. Te espero.

 

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