Por Alejandro Mondragón
La ausencia de operadores que fueron claves para que Morena ganara la gubernatura en 2019 con Luis Miguel Barbosa, representa el principal foco rojo para las elecciones del 2021.
Aquellos priistas, panistas y perredistas que jugaron un papel para sumar votos en regiones como la Mixteca y la Sierra Norte, ante la debacle de la capital ya no están en la ruta de la 4T.
Se fueron o los echaron, pero difícilmente regresarán en los comicios intermedios, lo que amplía el riesgo en un proceso en el que se juega la mayoría del Congreso del Estado y las principales ciudades de Puebla.
Sobre todo porque la directriz presidencial y de Morena ha sido muy claro respecto al planteamiento de cambiar alcaldesas ante la inexperiencia de gobierno.
La respuesta ha sido muy clara. Ninguna se va para evitar que prevalezca en el imaginario colectivo que Morena no puede y menos sabe gobernar.
Acabarán sus periodos electos, lo que significa en términos prácticos que se tiene más de un año para transformar ese pasivo en activo. Labor titánica.
De hecho, ya se empezó la labor política para despresurizar temas calientes que dividen a la sociedad, como el caso del aborto y los matrimonios igualitarios.
El alza negociada al precio del pasaje, donde todos tuvieron que pagarla, a cambio de recibir algo: descuentos y plazos.
Las reuniones del gobernador Miguel Barbosa con comunidades empresariales o la influyente libanesa. El objetivo será la reconciliación en una vertiente.
Y la otra, quizá la más mediática: la lucha sin tregua contra la corrupción con la detención de morenovallistas para dejar en claro que en Puebla, Morena sí castiga.