23-11-2024 12:50:02 AM

La soberbia del poder, camino seguro a la derrota

Dirigente estatal del Movimiento Antorchista

Sin duda alguna, la jornada electoral próxima pasada fue un triunfo contundente del PRI, en contra del PAN; pero no simplemente contra el PAN, sino en contra de la ineficiencia de los panistas como gobernantes,  de su actitud soberbia y prepotente hacia las demandas del pueblo. Así se explica la derrota del PAN en casi todo el país, incluso en aquellos lugares donde se creían invulnerables y con poder omnímodo, como en Querétaro, donde durante casi 12 años sólo imperó su ley y sus razones; donde sólo se oía su gruñido y en medio de  ese silencio, sólo una vocecilla vigorosa se atrevió a elevarse, a exponer sus quejas y a gritar su inconformidad en contra de tanta impunidad; donde en más de una ocasión se pensó que los antorchistas se topaban con pared; donde en muchas ocasiones actuaron utilizando la ley como garrote y tenían su campo de concentración “legal”. Por todos esos agravios, el pueblo les negó su voto y los tumbó del poder.

Así las cosas, podemos inferir que, a nivel nacional, el triunfo del PRI se debe principalmente al rechazo contundente que tuvo entre los mexicanos que acudieron a las urnas la política antipopular y represiva de los panistas. Por eso, los priistas debieran ponerse en la tesitura que decía algún columnista “…los priistas, si quieren rescatar la Presidencia de la República y reconquistar lo perdido, deben aprender de sus errores pasados (que los sacó de la Presidencia) y de los errores de sus sucesores”.

Todos fuimos testigos que en la pasada jornada electoral lo que privó entre la población fue la indiferencia y la abstención,  ya que a las casillas sólo de vez en cuando llegaba algún votante, diciendo que en el trabajo o en el sindicato les obligaban a votar y que tenía que llevar la huella y una foto tomada con el teléfono, que verificara la realización del voto indicado; los que sí pulularon en las casillas fueron los funcionarios menores y conocidísimos personajes emparentados con funcionarios de primer orden, quienes desesperadamente buscaban  votos y exigían votar a quienes se les atravesaba por ahí, o los incitaban por teléfono, arguyéndoles el “cumplimiento de la palabra empeñada con el jefe”; incluso los mismos candidatos hablaban desesperadamente por teléfono a conocidos “líderes” de calle, de colonia, o a “líderes a secas”, que todo mundo conoce y sabe a quiénes sirven y por qué les sirven. Casualmente presenciamos cómo un candidato de la ciudad, ante la impotencia y el enojo que le provocó que no se movilizaban los antorchistas (en protesta por la sordera y la falta de seriedad del gobierno del estado) se puso a lanzarles maldiciones, diciendo: “déjalos, ya no les ruegues, pero mañana a los hijos de…, a esos pin… antorchistas, mañana mismo los desalojamos y los mandamos a chin… a su…”.

Pero aún no se sabían los resultados oficiales y ya el triunfalismo gubernamental entraba en escena en Puebla, animado por lo que consideran un triunfo de la política estatal. El domingo mismo partió a los medios un boletín de la Secretaría de Gobernación estatal, en donde se nos acusaba de intransigentes y que ante nuestra “cerrazón” se iba a proceder a “limpiar” la 14 oriente; ocho días después, el líder estatal del PRI aseveró, colmado de seguridad, que en el PRI los votos de Antorcha son prescindibles. Junto con eso, se continúan las negociaciones simuladas: una y otra vez se acercan a “negociar” con nosotros muchos secretarios que dicen que vienen a nombre del gobernador; todos ellos piden que “se les recuerde” el pliego petitorio de Antorcha, se comprometen a intervenir para resolver la problemática pero cada vez diluyen más las respuestas. Hemos cumplido ya 2 meses de plantón sin establecerse una verdadera mesa de diálogo, pues no hay ofertas serias. Se trata del más corriente “manejo” político, operado desde el primer nivel de la política poblana.

Es claro que quienes integran la burbuja del poder interpretan el carro completo como un premio a sus excelentes oficios, como la prueba de que ellos sí saben gobernar y ejecutar campañas electorales exitosas. Embriagados de triunfalismo, se atreven a menospreciar a todos aquellos grupos que no son de su élite, y sienten que son tan populares y que han hecho tan bien las cosas que no necesitan de nadie.

No voy a discutir eso ahora. Pero los poblanos pobres organizados en Antorcha, estamos enfrente de Casa Aguayo desde hace dos meses, exigiendo se atiendan las demandas que como gobernantes electos tienen la obligación de atender quienes ahí despachan y cobran. Sólo exigimos nuestros derechos y no pedimos prebendas políticas ni trato privilegiado; resolver nuestras peticiones es obligación de cualquier gobernante, sea panista, priísta o perredista, que haya sido beneficiado por el voto popular y está, por lo tanto, obligado por ley a resolver los problemas de cualquier grupo, persona o pueblo que lo solicite, lo necesite y lo exija; aquí solo pedimos aguas potables, drenajes, caminos, construcción de clínicas, escuelas, electrificaciones, nada que no sea competencia de nuestro gobierno.

Por lo tanto, no estamos ahí para ofertar nuestros votos sino que venimos a exigir un derecho constitucional; por eso estamos plantados y ahí seguiremos aunque nos inunden de heces los plumíferos a sueldo, aunque se nos condicione o se nos amenace, hasta que resuelvan satisfactoriamente el pliego petitorio. Haya elecciones o no, seguiremos exigiendo respeto y soluciones, porque tenemos razón y la ley nos asiste. En cuanto a los votos, cada gobernante cosecha lo que siembra. Quien lo dude, que le pregunte al déspota que acaba de perder la gubernatura de Querétaro.

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