Por Valentín Varillas
Para nadie es un secreto el hecho de que, Beatriz Gutiérrez Müller es una mujer de altísima influencia en las decisiones que toma el presidente Andrés Manuel López Obrador.
También es cierto que ha seguido muy de cerca la coyuntura política poblana, desde el desarrollo y calificación de la elección a gobernador llevada a cabo el año pasado, hasta la redefinición de las reglas del juego y la nueva realidad local, a partir del accidente fatal en donde murieron la gobernadora Martha Érika Alonso y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle.
Amante de Puebla, tiene también una idea concreta de qué perfiles pueden ser los que necesita impulsar Morena, en esta segunda oportunidad que tendrá para hacerse del gobierno estatal.
En este contexto, la esposa del presidente ha deslizado en varias mesas el nombre del empresario Alfredo Rivera Espinosa, como una opción viable, real, para competir en la elección extraordinaria que se llevará a cabo a mediados de año aquí en la entidad.
Se trata, de darle forma a un candidato alejado de la polarización, de los extremos que han caracterizado la vida política poblana y que cuente también con experiencia probada en el servicio público.
Un abanderado que cierre heridas y que no abone a la fractura.
Alguien que pudiera sumar sectores tradicionalmente alejados de la oferta electoral de Morena, lo que ayudaría al objetivo de conformar una oferta electoralmente atractiva intentando maximizar el número de votos a obtener en la contienda.
Rivera cumpliría con todo lo anterior, con un plus muy claro: la cercanía probada que tiene, no solo con Beatriz, sino con el propio Andrés Manuel.
El hoy presidente no olvida la red de apoyos que le generó desde el grupo E100, una amalgama interesante de poderosos empresarios poblanos que lo recibieron para escuchar sus propuestas desde mediados del 2017, cuando apenas empezaba el tabasqueño a darle forma a su candidatura presidencial.
Los hombres del dinero tuvieron la oportunidad de cuestionar al López Obrador precandidato, con toda libertad y de manera abierta, sobre su proyecto de gobierno, ejercicio del que el propio AMLO quedó muy agradecido.
Alfredo fue siempre el entusiasta organizador y anfitrión de los encuentros y mantuvo comunicación permanente con el ganador de la contienda para intercambiar puntos de vista sobre la realidad política nacional y local.
Hasta la fecha, se mantienen los mensajes frecuentes vía WhatsApp entre ellos, Beatriz, Alfredo y Andrés Manuel.
Sin embargo, la aduana más difícil que tendría que sortearse para que una candidatura con estas características fuera una realidad, es la de la nomenclatura de Morena.
Los duros al interior del partido que han visto en el caso Puebla, su revancha después de no haber sido favorecidos por el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a finales del año pasado.
La tragedia del 24 de diciembre disparó los apetitos personales de los supuestos liderazgos de la mal llamada izquierda poblana, que hoy vive un intenso proceso de canibalismo interno que a nadie conviene.
Por salirse con la suya, podrían poner en riesgo todos los activos políticos que convierten a Morena en una fuerza con posibilidades muy amplias de ganar el gobierno de Puebla.
La ambición puede obnubilarles el sentido común.
El tema Puebla lleva seguimiento diario por parte del propio presidente, de instancias de operación política del gobierno federal y se inscribe en una lógica de acuerdos nacionales, que hacen que su desenlace sea hoy una moneda en el aire.
Nada está escrito todavía, a pesar de las posturas absolutistas de algunos.