22-11-2024 09:21:47 PM

Yáñez-Gali: los acuerdos

Por Valentín Varillas

 

No, no fue casual el trato de “invitado especial” que recibió el gobernador Tony Gali en la boda de César Yáñez y Dulce María Silva el sábado pasado.

Mucho menos se trató de un tema de protocolo en función del cargo que ostenta el poblano.

Y es que, a diferencia con lo que ocurre con Rafael Moreno Valle, Yáñez y su cónyuge mantienen una relación de cordialidad y respeto con el actual jefe del ejecutivo estatal.

Ésta empezó a gestarse en las horas más oscuras del hoy matrimonio.

Dulce se encontraba presa en la entidad, como represalia por haber levantado la mano y oponerse a uno de los ya clásicos abusos oficiales.

Un valioso terreno en disputa legal y un descarado tráfico de influencias la llevaron a la cárcel.

Gali había ganado recientemente la gubernatura del estado, garantizando así la supuesta continuidad del actual grupo político en el poder por un período de un año diez meses, y se encontraba en pleno proceso de entrega recepción.

A pesar de las supuestas diferencias ideológicas y de visión de país, Yáñez y Gali cuentan con amigos en común.

Un par de ellos planearon el primer encuentro, movidos por el interés de llegar a acuerdos de beneficio mutuo.

El más importante para Yáñez, claro está, era la revisión de la situación legal de su pareja.

Así lo expuso de manera clara, contundente, al sentarse con el entonces gobernador electo, quien lo escuchó con atención y prometió tomar cartas en el asunto una vez que iniciara oficialmente su mandato.

Y cumplió de manera cabal.

Un somero análisis de las razones por las cuales Dulce María se encontraba privada de su libertad, arrojaron lo que era de sobra conocido: detrás de su encarcelamiento había una clara consigna.

Al someter el tema al crisol de la aplicación de la ley, ya sin la interferencia de los apetitos económicos y políticos, el camino que procedía era el de la liberación.

Así, en el mes de mayo de 2017, el Juzgado Quinto de Distrito en Materia Penal ratificó el amparo que ella había obtenido desde febrero.

El gobierno estatal no hizo nada por ir en contra del fallo de la justicia federal, ni se sacó de la manga acusaciones de otros delitos considerados graves, como perversa estrategia para seguir manteniéndola presa.

Otros “presos políticos” del sexenio de Moreno Valle la padecieron por largo rato y siguieron privados de su libertad a pesar de haber ganado sendos amparos.

De esta manera, Gali ganó capacidad de interlocución con el círculo íntimo de Andrés Manuel López Obrador, en un momento en donde para nadie era un secreto de que se trataba del candidato presidencial a vencer en el 2018.

El segundo encuentro entre Yáñez y Gali se dio ya en la coyuntura del conflicto postelectoral poblano.

Además de ambos personajes, estuvo presente también Martha Érika Alonso Hidalgo.

Los interlocutores que los acercaron, resultaron los mismos que la primera vez.

Se analizó el tema de la elección a gobernador, cada uno desde su óptica particular y se plantearon los probables escenarios; todos, absolutamente todos.

El fondo de la reunión fue el acuerdo de respetar el fallo final del Tribunal Electoral federal y dejar abierto el canal de comunicación, por más sangre que pudiera correr en el camino, ante lo extremo de cada una de las posiciones.

Así también se ha cumplido hasta el momento.

La presencia de Gali en la boda y el trato preferencial que recibió no dejaron lugar a dudas.

Esta afabilidad, contrastó con la madriza en redes entre quienes, después del recuento de votos, daban como un hecho el triunfo de Martha Érika y los que con razón pedían esperar a tener el fallo final por parte de la máxima autoridad electoral de este país.

El mismo que, sobra decirlo, todavía no llega.

 

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