Por Alejandro Mondragón
Redujo al PAN en Puebla a su mínima expresión: seis diputados locales, una federal, los panistas fueron derrotados en la capital y principales ciudades del estado y quitó al partido la posición número uno al Senado para dársela al PSI.
Abandonó a Ricardo Anaya en la campaña peñista y priista en su contra.
Buscó por todas las vías: Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y Elba Esther Gordillo acercarse con López Obrador en la recta final de la campaña presidencial.
En varias ocasiones participó en el war room de José Antonio Meade, particularmente en su preparación para el segundo debate en Tijuana.
Sacrificó a todos los suyos en aras de imponerse en la elección por la gubernatura.
Ninguna operación política a favor del PAN, salvo giras a ciertas ciudades para sumarse a sus amigos azules.
¿Y así quiere el liderazgo del CEN del PAN?
¿Con qué cartas credenciales?
El principal enemigo del panista es precisamente Rafael Moreno Valle, quien –sin rubor alguno- sacrifica a todos en aras de sus ambiciones.
El problema de fondo no es él, sino todos los liderazgos panistas que ya lo sufrieron, pero le permiten todo.
Moreno Valle ahora pelea por el PAN, con el argumento que él pudo frenar a López Obrador en Puebla en la elección más importante: la gubernatura.
Lo demás no le importa, incluyendo las acusaciones de fraude electoral y violencia política:
Y dejar el estado en manos de López Obrador, quedarse sin senadurías, 14 de 15 diputaciones federales, perder la mayoría legislativa local y las principales alcaldías, donde su grupo es minoría.
En mucho tiene razón el columnista Valentín Varillas, Puebla es el Macondo nacional.
Lo que quiere Moreno Valle es que uno de los suyos o aliado quede de dirigente, no para salvar al PAN en tiempos de López Obrador, sino para que lo nombre a él líder del Senado y desde ahí logre saltar al control del partido a la mitad del sexenio.
El nombre de Roberto Gil Zuarth no lo pierda de vista, es su carta para arrebatar el PAN a los Anayas, en una alianza tácita con el calderonismo.
Frente a esta realidad, el grupo del presidencial derrotado ya dibujó un perfil como Marko Cortés, quien nombraría entonces de líder senatorial a Damián Zepeda o Josefina Vázquez Mota.
