Por Alejandro Mondragón
El PRI y sus militantes pagaron en las urnas su abdicación a ser oposición real, durante el sexenio de Rafael Moreno Valle.
Ocho años después, el candidato priista perdedor a la gubernatura, Enrique Doger Guerrero, vuelve a hacer lo mismo: entregarse al morenovallismo.
El PRI es una vergüenza, se dejó meter mano en todas y cada una de sus estructuras. Los dirigentes estatales siempre terminaron cooptados por el ex góber Bala.
Desde Fernando Morales hasta Jorge Estefan Chidiac fueron súbditos de Moreno Valle. Ahora, Javier Casique, conocido como “el cara del chile” de Doger, hará lo propio con Martha Érika Alonso.
La elección no se acaba con la entrega de la constancia de mayoría del ganador, sino hasta la validación del proceso por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Sin embargo, Enrique Doger cerró la cortina y avaló a la esposa de Moreno Valle, en una coyuntura donde el PRI así no tendrá más cabida.
La oposición real hoy está con Morena, pero si el TEPJF resuelve otra cosa, el papel lo asumirá el PAN y demás rémoras. El PRI jamás.
El ex partidazo pasó de la tragedia del 2010 a la comicidad del 2018. Es una caricatura en tercer lugar.
La culpa es de los priistas poblanos que primero aceptaron la sumisión con Moreno Valle y ahora el sometimiento con Alonso.
Merecido se lo tienen.