En esta ocasión quiero compartir una experiencia que me comentó una Profesora que atiende a menores de edad con discapacidad; refiere que a lo largo de su profesión ha tratado a diversos niños y niñas con diferentes problemáticas y discapacidades, a quienes les ha enseñado bajo diversos métodos, a valerse por sí mismos; sin embargo, esto no ha sido tarea fácil ya que también debe trabajar con el padre y madre de aquel menor, o bien los familiares que se ocupan de su cuidado, a quienes les debe hacer entender y comprender que su hijo o hija, si bien es cierto tiene alguna discapacidad, también es un ser humano que a través de mucho trabajo ejecutado por un equipo multidisciplinario, puede valerse por sí mismo, y ser en un futuro una persona autosuficiente, que pueda formar una familia, trabajar y desarrollarse plenamente como cualquier ser humano.
Sin embargo, en muchas ocasiones es la propia familia quien se ocupa en limitarlos, es decir, trunca sus aspiraciones de continuar sus estudios o bien prepararse para tener el perfil adecuado y emplearse en alguna empresa, bajo el argumento de que tiene una discapacidad y no va a lograr ningún objetivo; o bien, refieren que su proyecto de vida de aquel menor, se concreta en una actividad, por ejemplo, ponerle una mesa fuera de la casa y que vendan dulces, de esta forma los mantienen ocupados durante el día y ya no hay necesidad de esforzarse porque aprendan o bien reciban terapias de rehabilitación.
Precisamente este hecho, constituye una violación a los derechos más elementales del ser humano, la educación y el trabajo.
En algunas ocasiones, son los propios padre y madre de familia, quienes deciden que su hijo o hija, ya no continúe sus estudios porque eso implica labor en equipo a fin de desarrollar aquellas aptitudes que tiene la persona con discapacidad, esto conlleva a tenerle paciencia, invertir tiempo, pero sobre todo trabajar con él o ella a fin de que aprenda a realizar cualquier tarea; y es ahí, cuando nos percatamos que aún y cuando existe una Ley que proteje a las personas con discapacidad, es en la familia en donde se debe empezar a trabajar; primero en que se acepte no solo de dicho, sino en acciones concretas, en el núcleo familiar al ser que tiene una discapacidad; segundo, el hecho de que sea discapacitado, no quiere decir que no sienta, pero sobre todo que no pueda desarrollar otros sentidos y aptitudes.
Hay que tomar en cuenta que hoy en día se habla de la inclusión en la sociedad de las personas con discapacidad, a fin de que tengan una vida con pleno desarrollo, terminando con las barreras tanto culturales como arquitectónicas con las que comúnmente se enfrenta el discapacitado, sin embargo, ¿qué ocurre cuando la discriminación, la apatía y el desinterés porque prospere la persona con discapacidad se da dentro del núcleo familiar?
Existen diversas escuelas especiales como los Centros de Atención Múltiple, o bien USAER, que se ocupan de atender las diversas problemáticas que tiene cualquier menor de edad, a fin de que éstas sean superadas con ayuda, como ya dije de un equipo multidisciplinario que trabaje a la par de la familia, la cual debe estar para impulsarlo y creer en él o ella.
Es labor diaria no solo de la escuela, sino de la familia, empresarios, sociedad y gobierno, a quienes nos compete trabajar a favor de la gente con discapacidad a fin de lograr la inclusión de este sector vulnerable de la población; sin embargo, se debe trabajar con mayor atención e interés en aquellos sectores de la población que hoy en día conservan barreras culturales que dañan en demasía el progreso de nuestro Estado y nuestro País.
