Por Alejandro Mondragón
En Puebla capital, búnker del panismo que tantos votos ha dado en las últimas elecciones presidenciales, el desánimo por el agandalle morenovallista de candidaturas ya se tradujo en rabia.
Una campaña de brazos caídos se ha organizado para que quien pague los platos rotos sea la candidatura de Por Puebla al Frente a la gubernatura.
La primera acción es la distribución de microperforados donde se puede leer en algunos automóviles este fin de semana, la leyenda: “Lalo Sí, Martha Érika No”.
Sí, muy similar a la que el propio morenovallismo utiliza para combatir al abanderado a la gubernatura de la coalición Juntos Haremos Historia: “AMLO Sí, Barbosa No”.
Los panistas de familias custodias, pendejeados por las dirigencias del partido, no soportan que Anaya le haya dejado a Moreno Valle la decisión de hacer lo que quiso con las candidaturas en Puebla.
El resultado ha sido la exclusión de militantes, la llegada de perfiles que nada tienen que ver con el blanquiazul.
Ahí está el ejemplo de la carta al Senado, Nadia Navarro, proveniente del Pacto Social de Integración.
Se preguntan cómo es posible que diputados federales que traicionaron al partido con el tema del gasolinazo se les haya premiado con nuevas candidaturas: Genoveva Huerta, Mónica Rodríguez, Arminda García Escobar, Hugo Alejo Domínguez y hasta el propio Miguel Ángel Huepa que se convirtió en secretario general del PAN en Puebla.
Consideran inconcebible que nadie promueva o defienda a Ricardo Anaya de los ataques, pero considera que el candidato presidencial merecido se lo tiene por ingenuo.
Lo peor es que les resulta inaceptable que panistas operan las candidaturas de Compromiso por Puebla y Pacto Social de Integración a la alcaldía, cuando esa posición es para uno de casa.
Creen que Moreno Valle dio la instrucción para que desde el gobierno de la ciudad se respalde al líder sindical que va de candidato contrario a Eduardo Rivera.
La forma de desquitarse de Moreno Valle es contra la candidata.
Pero sigan creyendo en sus mentiras.