A pesar de todos los pronósticos, Blanca Laura Villeda no será una de las piezas movibles en el ajedrez de Mario Marín para enfrentar los retos de la segunda mitad de su sexenio.
La procuradora ha sido, sin ninguna duda, la funcionaria de la actual administración más cuestionada por su actuar al frente de la Procuraduría de Justicia del estado, una instancia en donde las violaciones sistemáticas a la norma, los abusos de autoridad, el tráfico de influencias y los compadrazgos están a la orden del día.
Sí, la procuradora es intocable.
Desde que estalló el escándalo del caos Lydia Cacho, Blanca Laura Villeda fue sentenciada mediática y socialmente a convertirse no sólo en el primer cambio importante del equipo de Mario Marín, sino a fungir como el chivo expiatorio perfecto en el escenario de un fallo adverso para el gobernador por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
No fue necesario.
Villeda, además de mantenerse en el cargo, no resultó afectada ni jurídica ni moralmente por haber violado la norma al no notificar a la periodista y escritora, que había sido demandada en Puebla por los delitos de difamación y calumnias.
En su momento, Blanca Laura Villeda reconoció públicamente que la procuraduría a su cargo violó deliberadamente los procedimientos de ley al no haber notificado a Lydia Cacho de la orden de aprehensión girada en su contra.
“Si a la periodista no se le notificó sobre la orden de aprehensión en su contra fue para evitar que hiciera un escándalo”, declaró la funcionaria estatal ante representantes de los medios de comunicación.
Para la procuración de justicia poblana fue válido que no se respetaran los procedimientos que le garantizan al demandado un trato justo por el miedo a un potencial escándalo.
¿No ha sido mayor el escándalo generado por estas irregularidades?
Poco después se dio a conocer en todo el país un video en donde la procuradora intentaba a toda costa impedir que un presunto narcomenudista en su poder fuera asegurado por elementos de la Agencia Federal de Investigación para responder ante el ministerio público federal por los delitos que se le imputaban.
Las imágenes mostraban a una Villeda sospechosamente aferrada a mantener el detenido bajo su control a pesar de que no se trataba de un delito del fuero común.
Después de los hechos y antes de que se hiciera público el video, la procuradora poblana presentó una queja formal ante la AFI asegurando que había sido objeto de maltrato por parte de los agentes y que su vida estuvo en peligro ya que en todo momento se mantuvo encañonada por los uniformados que llevaron a cabo el procedimiento.
Este hecho provocó una llamada de atención al entonces delegado de la PGR en Puebla, Rolando López Villaseñor, quien tuvo el cuidado de encargarle a uno de sus agentes que registrara con una cámara todo lo que ahí sucedió.
El video se filtró y algunos enemigos de la procuradora como el propio López Villaseñor y el entonces director de la policía judicial, Adolfo Karma, ya se frotaban las manos esperando la cabeza de Blanca Laura.
Tampoco fue así.
Karam dejó la policía judicial, la ciudad y hasta el estado y López Villaseñor se integró al equipo de Enrique Doger como Secretario de Seguridad Pública.
A pesar de que las imágenes demostraron que la procuradora jamás fue víctima de abusos y de que al final el detenido respondió por sus acciones ante la federación, a Villeda le hicieron los mandados.
La cereza de este pastel de impunidad es la muerte de un detenido en los separos de la procuraduría de justicia.
La dependencia jamás fue capaz de convencer a la opinión pública de que Ricardo Ramírez Rodríguez no murió como consecuencia de la tortura de la que fue objeto al privársele de su libertad.
Ni siquiera tuvieron un peso específico real las torpes declaraciones de la funcionaria queriendo minimizar el homicidio, ya que en su opinión, se trataba tan sólo de un delincuente ni las contradicciones que surgieron en los peritajes y en la necropsia correspondiente.
Tampoco valieron los serios cuestionamientos realizados por los diputados durante su comparecencia ante el congreso y la poca capacidad real que tuvo para responderlos de manera convincente.
Nada, absolutamente nada de todo lo anterior será motivo suficiente para que Blanca Laura Villeda deje de ser procuradora del estado.
Y es que la lista de los famosos cambios ya fue revisada, analizada y palomeada para empezar a surtir efecto el próximo 6 de marzo.
Por más que busque, el nombre de la “indestructible” no aparecerá.
latempestad@statuspuebla.com.mx