Por Alejandro Mondragón
Primero acusó al diputado federal panista, Eukid Castañón Herrera, de estar detrás del robo de 400 toneladas de información de la BUAP, mediante el periódico La Jornada de Oriente, dirigida por su empleado en el Cupreder, Aurelio Fernández.
Cuando el legislador envió una carta aclaratoria, el medio reculó y entonces culpó a otros morenovallistas.
A diferencia de otros temas universitarios, ahora el rector Alfonso Esparza litiga el caso en medios de comunicación.
¿Cuál es la razón?
Ahora señala que personal de la BUAP puede estar involucrado, porque no se forzaron entradas y salidas de las instalaciones.
Sin embargo, rectifica y dice que la bodega donde estaban las toneladas robadas no eran de la institución, sino rentadas.
Entonces el dueño del inmueble es investigado, pero se niegan a dar a conocer el nombre. Ayer se solicitó formalmente el dato del propietario al responsable de medios, José Carlos Bernal, quien como buen burócrata, turnó el caso a otra ventanilla.
Dice Esparza que la información robada no afecta a la comunidad universitaria, pero que sí se puede usar para extorsionar a la BUAP o manejarla políticamente contra su reelección.
Y otra vez ante la prensa, el rector Poncho pide que la Fiscalía reúna a todos sus expertos para ponerlos a su disposición y le rindan cuentas del avance de las investigaciones.
El Tío Alfonso se siente más que cualquier ciudadano que tiene que esperar los procedimientos de la autoridad para emitir su veredicto.
Lo hemos perdido Houston.
La esquizofrenia total.
Mejor que Esparza diga si el dueño de la bodega donde robaron la información de sus negocios en obras no es el inefable Pepe Hanan, convertido hoy en beneficiario de su gestión y testaferro de la BUAP.
De ahí que la principal línea de investigación de la Fiscalía, como lo adelantó el columnista Arturo Luna, sea el autorrobo.
Esparza lo que en realidad quiere saber es quién le robó la reelección. De ahí sus nervios.
