Por Valentín Varillas
A principios de 2013, el entonces Secretario General de Gobierno, Fernando Manzanilla, anunciaba con bombo y platillo que una de las estrategias que ensayaría el gobierno del estado para combatir más eficazmente a la delincuencia se centraba en la conformación de consejos vecinales, a los que se les entregarían alarmas y silbatos como herramientas de defensa ante la comisión de potenciales ilícitos.
Así se hizo.
La instancia encargada de la operación de este ambicioso programa es el Consejo Estatal de Seguridad Pública y de manera concreta la Dirección de Capacitación y Prevención Ciudadana que encabezaba Manuel Alonso, hoy flamante Secretario de Seguridad Pública de la ciudad de Puebla.
De esta manera, el tema de las alarmas vecinales se convirtió en una constante en los famosos Diálogos por la Seguridad que el propio Manzanilla encabezó en diferentes municipios del estado.
Las ventajas de su uso fueron vendidas mediáticamente hasta el cansancio y se resaltó una y otra vez su eficacia.
Muy bien.
Sin embargo, algo muy extraño sucedió con el uso y destino de parte de estas alarmas vecinales, adquiridas con el dinero de los impuestos ciudadanos.
Los recursos públicos que el gobierno del estado destinó para su compra, no corresponde con el número de alarmas que en los hechos se entregaron a los Consejos Vecinales.
Sí, misteriosamente, algunas de ellas fueron utilizadas para otros oscuros fines.
Y es que, en lugar de haber sido destinadas para la seguridad ciudadana, fueron almacenadas en un domicilio particular de Manuel Alonso, ubicado en el número 38 de la calle 18 en la colonia San José Vista Hermosa y en cuya entrada se apreciaba un letrero con la leyenda “Consultoría de Seguridad”.
¿Cómo explicar lo anterior?
Si son alarmas que iban a ser entregadas posteriormente ¿por qué no fueron almacenadas en alguna bodega del CESP?
¿Qué hacían en una empresa particular propiedad de un funcionario público?
¿Cómo le hicieron para sacarlas?
¿Con qué fin?
¿Por qué no operaron con eficiencia los mecanismos de control interno?
¿Cuántos y quiénes fueron los cómplices?
¿En qué cargos
¿Cuántas historias similares no se darán ahora, en esta nueva etapa de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal?
