Por Jesús Manuel Hernández
Paparazzo fue el personaje de un fotógrafo de la prensa rosa especializado en tomar escenas incómodas en la película “La dolce vita” de Federico Fellini, la palabra era resultado de una mezcla que partía, según la versión de Giuletta Massina su mujer, de “pappatacio”, un mosquito transmisor de la leishmaniasis, y “ragazzo”, muchacho en italiano. A Felini le pareció divertido llamar así al fotógrafo por su molesta presencia frente a los famosos y que le recordaba a un compañero de banca en su niñez.
La palabra se popularizó, y se convirtió en los hoy famosos “paparazzi”.
Javier López Zavala, a quien habría que rebautizar como “zavarazzo”, hizo su aparición en tierra caliente y húmeda, donde los mosquitos abundan, y se plantó cerca de la oreja de Andrés Manuel López Obrador para aparecer en la foto, una de sus especialidades sin duda.
Las fotografías aparecidas valen más que mil palabras; AMLO no lo conoce, no lo saluda, no lo ve. Para él fue uno más de los asistentes al mitin en busca de un autógrafo de su último libro.
Diferente hubiera sido, si lo recibiera con un abrazo que demostrara confianza y acercamiento, pero no fue así, fue simplemente una más de las acciones del “zavarazzo”.
Tuvo otra que le mereció aplausos de algunos y enojos de otros, cuando en campaña en 2009, se apareció en el altar mayor de la Basílica de Guadalupe junto al arzobispo de Puebla, quien fue totalmente sorprendido por el aspirante.
Horas antes había pedido saludarlo al final de la misa de peregrinación encabezada por don Víctor y el arzobispo para evitar malentendidos sugirió recibirlo en la sacristía, no en público, pero “zavarazzo” se lanzó en busca de la foto y la consiguió cual “pequeño Nicolás” en España.
Es evidente que López Obrador no tiene un cerco en convocatorias públicas y saluda a mucha gente, y también que a los templetes solo suben los elegidos, los cercanos, pero dadas las circunstancias, bien valdría la pena comprarle y aplicarle un “repelente de mosquitos” para evitar a quienes practican el arribismo, como Zavala, pues son un peligro que puede contaminar, como el mosquito la piel de sus seguidores.
O por lo menos así me lo parece.
