Hablar desde aquí de lo que será, resulta ocioso, banal, absurdo, petulante, vamos innecesario.
Recurrir al autoelogio como estrategia de posicionamiento de un nuevo proyecto periodístico, si bien es una estrategia que se ensaya hasta la saciedad en los medios poblanos, casi siempre resulta no sólo poco creíble y efectiva, sino patética.
Sin embargo, lo que sí vale la pena resaltar es lo que no va a ser.
Puede o no creerlo, la verdad no lo sé y me importa poco, pero lo cierto es que el diario que tendrá usted en sus manos a partir del próximo lunes no es un proyecto político.
¿Padrinos?
Ninguno.
A pesar de que varias voces intenten infectarlo con el síndrome de la paternidad múltiple, el lanzamiento del periódico no responde a una coyuntura específica, mucho menos a una calentura momentánea.
Quienes aseguran lo contrario lo hacen desde su propia visión, desde una óptica particular influenciada sin duda por experiencias propias, por la estrategia que ellos mismos han ensayado para “avanzar” en el mundo del periodismo poblano.
No, aquí no.
Status Diario no será flor de un trienio o sexenio, tampoco un órgano propagandístico que pretenda operar como trampolín electoral de nadie, mucho menos un lavacaras de personajes oscuros que pretendan por la vía mediática limpiar su percudido nombre.
Se trata simplemente de un escalón más de un ambicioso proyecto que desde hace seis años pusimos sobre la mesa mi socio Alejandro Mondragón y quien esto escribe.
Nadie más.
Partimos de una máxima que desde entonces defendemos a rajatabla, que se ha convertido en nuestro principal motivador y que tiene como eje central el hecho de que los periodistas no sólo podemos, sino debemos de ser los dueños de los medios de comunicación.
¿Crisis?
Es real y afecta.
Sin embargo, la gestación del producto nos indica que está listo para ver la luz y no hay marcha atrás.
El timing del proyecto es distinto al de la siempre impredecible economía.
¿Criticas?
Claro, las habrá y muchas.
Constructivas y destructivas, son inevitables.
Vamos, ya iniciaron por parte de quienes ni siquiera nos dan el beneficio de la duda
-“Es un pasquín”- aseguran a la ligera sin saber qué tenemos que ofrecer.
Normal, así es ha sido y será.
Quienes nos descalifican a priori se molestan tal vez por no tener el valor o el talento de proponerse abandonar el vasallaje.
Probablemente cambiarían todo lo que tienen por saber qué se siente, aunque sea por una hora, el ser sus propios dueños.
Ni hablar, allá ellos.
Va a su salud.
latempestad@statuspuebla.com.mx