Por Socorro López Espinosa
El gobierno mexicano parece no entender que Estados Unidos no habla de integración, mucho menos de prosperidad regional, sino que hay rechaza el TLC y lo que menos pretende Donald Trump es “modernizar” el acuerdo. México debería fijar la agenda de renegociación, apuntalada por la diversificación y fortalecimiento del mercado interno, y no olvidarse de Canadá.
Hasta el momento Estados Unidos nunca ha anulado un tratado comercial, pero el presidente tiene la capacidad de emitir una “Orden Ejecutiva” si así lo desea, sin consultarle al Senado.
Trump ganó la elección, en parte, por su oposición al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), el cual por cierto fue promovido, negociado y firmado por el gobierno republicano de George H. Bush, y aunque no llegue a anularlo es factible que no sea una renegociación tersa, como la espera el gobierno de Peña Nieto.
El TLC afectó a varios sectores productores de México, como el campo, y lo ha vuelto dependiente de Estados Unidos en más del 80 por ciento.
Durante 22 años el aparato productivo nacional se volcó a Estados Unidos, para exportar e importar, para atraer inversiones, aunque en ese mismo lapso se hayan firmado otros acuerdos comerciales a lo que poco provecho se les saca.
En esas dos décadas poco se hizo por fortalecer el mercado interno, por diversificar inversiones y mercados.
Es poco la mano de obra especializada, además que el empleo generado en el país es de baja calidad, es decir, no está bien remunerado y se laboran largas jornadas.
Ahora ya no se trata de hacerle ver a Trump y a Estados Unidos el punto de vista de México, como en su momento lo dijo Peña Nieto a raíz de la invitación que le hizo al entonces candidato republicano, sino se trata de establecer los intereses de México, de defender los derechos de los mexicanos.
Además, parece que el gobierno mexicano se ha olvidado de Canadá, que también ha mostrado su interés de renegociar con el gobierno de Trump.
Para los canadienses les resulta benéfica la postura del presidente electo estadounidense de impulsar el consumo de hidrocarburos, pues con ello reactivaría la construcción del oleoducto Keyston XL, que transportaría petróleo desde la región canadiense de Alberta hasta el estado de Nebraska, EU, proyecto que fue cancelado por el gobierno de Obama ante las presiones de grupos ambientalistas
Con este oleoducto EU dejaría de comprar crudo a Venezuela, México y a otros países, pues el abasto canadiense sería de por lo menos 830 mil barriles diarios que serían procesados en las refinerías de Texas.
Para el gobierno de Trump el proyecto le resulta atractivo porque ya no trataría con los países latinoamericanos, y podría impulsar su política de mayor consumo de hidrocarburos, dado que no cree en el calentamiento global.
Además, Canadá tiene otros temas que puede revisar en el TLC, siempre y cuando no se afecten sus intereses en el acuerdo comercial que tiene con EU desde 1987.
Es posible que Canadá deje solo a México con su ‘renegociación’ o ‘modernización’ del TLC.
El acuerdo comercial sí es interés de Donald Trump, aunque es de mayor relevancia el tema de los inmigrantes, por lo que es factible que se aboque a este asunto mucho antes y con más prisa que cualquier negociación comercial.
Y sobre el tema de inmigrantes, el gobierno de Peña Nieto no hay hecho ningún pronunciamiento en concreto.
Si bien no se trata de tener una relación ríspida con el vecino del norte, también es cierto que es necesario adoptar una postura firme no sólo en la relación comercial, sino en los otros aspectos.