21-11-2024 10:24:46 PM

Operación desquite

Por: Jesús Manuel Hernández

El ánimo de Rafael Moreno Valle no anda muy elevado, si bien no dice tener miedo sí reconoce que desconfía de los once gobernadores de quienes esperaba más.

Digamos que la operación de financiamiento en las últimas elecciones de gobernadores fue el pretexto para formar una especie de Conago panista, y evidentemente tiene como fin buscar la construcción de una plataforma para que sean los gobernadores quienes incidan directamente sobre quién debe ser el candidato a la presidencia en 2018.

El tono de su discurso demuestra la desconfianza interna, no tiene todo bajo control, algo le genera desesperación y los principales colaboradores se dan cuenta de ello.   Comparar a Ricardo Anaya con Roberto Madrazo es revivir su experiencia en la Cámara cuando Elba Esther lo pastoreaba y exigía lo mismo: la renuncia del presidente del partido.

Y el escenario iniciado la semana pasada en entrevista televisiva seguida de un verdadero carrusel de medios de comunicación ha llevado al gobernador poblano no sólo a exigir la renuncia de su dirigente, sino a presionar para que sean los gobernadores quienes hagan la negociación y los ajustes con la Secretaría de Hacienda en el tema del recorte presupuestal.

Sólo que él, Rafael, ya no estará, será Antonio Gali quien lleve la agenda.   Al interior del partido se hacen dolorosas e irónicas comparaciones, cómo Rafael se atreve a decir que Anaya usa el presupuesto en su imagen, cuando el gobernador de Puebla es ejemplo nacional en estos asuntos que le han merecido denuncias ante los tribunales electorales.    Y como ejemplo citan aquella reunión entre los notables panistas y empresarios –pronto aparecerán los nombres- luego del triunfo de Compromiso por Puebla, donde Rafael le pidió al grupo que siguieran trabajando, habían subido un escalón en el proyecto, ya habían sacado al PRI de Casa Puebla, ahora, los invitaba, “vamos por Los Pinos, vamos al 18, si quieren lo firmamos”.

En aquel entonces el tema fue motivo de una primera ruptura, de la que conocieron los dirigentes nacionales, los cuadros políticos del partido, el auto destape hace seis años de Moreno Valle frente a quienes le pusieron al panismo poblano a sus pies, fue comparado irónicamente por algún dirigente, como cuando Puebla se rindió a Maximiliano.

Cómo Rafael se atreve a pedir piso parejo en la contienda cuando en Puebla Eduardo Rivera, Micalco, Fraile, Arabián, Ocejo, Ana Tere, etcétera, han padecido de la opresión del mandatario.   Se cuentan versiones en los pasillos de Acción Nacional sobre quejas ante la Comisión de Honor y Justicia sobre el trato dado a los expresidentes del partido en Puebla y la operación para inyectar nombres de personas ajenas al partido, sin doctrina, en las nuevas dirigencias. Y el ejemplo más señalado lo enfocan a la esposa del gobernador.

La tensión está aflorando y eso que los panistas doctrinarios no han empezado su tarea, la “operación desquite”, que, aseguran algunos, será inolvidable.   O por lo menos así me lo contaron.

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