Por: Valentín Varillas
“A lo único que le temo realmente son a los desastres naturales”, fue la respuesta que el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, le dio a un periodista, cuando recién tomaba posesión del cargo.
La anécdota la contó hace algunos años Salvador Camarena, en su columna publicada por el diario La Razón.
La frase tiene un contexto justificable.
Como Secretario de Finanzas del sexenio de Melquiades Morales Flores, el hoy mandatario vivió en carne propia las fatales consecuencias de aquellas terribles lluvias que azotaron la zona norte del estado en 1999, las que dejaron como herencia muerte y destrucción.
Hoy, con el paso de “Earl”, ese gran temor se convirtió en una trágica realidad; aquella respuesta cobra una vigencia inusitada.
Claro que la historia nos ha enseñado que en México y el mundo, las consecuencias de desastres naturales han erosionado irremediablemente los regímenes políticos más sólidos y de mayor respaldo ciudadano.
Superar la emergencia y estar a la altura de las necesidades de los afectados son frases que sazonan el discurso oficial, pero que en los hechos no resisten en el menor análisis.
El ejemplo usado hasta la saciedad para ilustrar lo anterior es el de Miguel de la Madrid y el sismo del 85.
La incapacidad de reacción ante la hecatombe, el mentiroso manejo mediático de las cifras oficiales y las dudas sobre el uso y destino de la ayuda internacional fueron el factor clave que inició la caída del nefasto sistema de partido único que hasta ese entonces parecía gozar de cabal salud.
El sismo en Japón, Katrina en los Estados Unidos y cientos de casos más han incidido directamente en la caída de popularidad de presidentes, gobernadores, alcaldes y demás figuras del ámbito político.
Sin embargo, además de lo anterior, el hecho de que el gobernador de Puebla le tema sólo a los desastres naturales es un síntoma muy evidente de un estilo particular de gobernar.
Y es que, en la Puebla de hoy, en donde la absoluta ausencia de contrapesos es la constante, ¿a qué más le podría tener miedo el mandatario?
Moreno Valle controla al Congreso, al Tribunal Superior de Justicia, al Instituto y al Tribunal Electoral del estado, a los partidos políticos, a los organismos empresariales, a la gran mayoría de los medios de comunicación, a los sindicatos y a la universidad pública poblana.
Sólo queda la siempre caprichosa naturaleza.
Con ella no se pacta, no se puede acordar o negociar en lo oscurito, mucho menos amenazarla o someterla y es imposible comprarla.
Se trata de lo único que no ha podido, ni podrá controlar jamás, ni el gobernador actual, ni quienes lo sucedan en el cargo.
Así pues, hablamos del auténtico enemigo del régimen, un enemigo poderoso, caprichoso al que por más que se intente, no se podrá jamás aniquilar.
Sobra decir que, a pesar de la recurrencia de los hoy predecibles fenómenos climáticos, ni los gobiernos ni la sociedad hemos podido darle forma a una efectiva cultura de prevención de desastres naturales, que minimice las afectaciones y anule las víctimas mortales.
