Por Jesús Manuel Hernández
Dos años después del violento enfrentamiento entre pobladores, armados de piedras y palos, de San Bernardino Chalchihuapan, con un destacamento de granaderos de la Policía Estatal de Puebla, con armas de uso oficial, proyectiles de humo, balas de goma, etcétera; no sólo todo sigue igual, los responsables de la decisión han sido premiados.
La orden fue precisa, salió de boca del gobernador: “Castigo ejemplar” a los habitantes de la Junta Auxiliar que para reclamar el regreso del Registro Civil a su localidad y luego de casi cien intentos de diálogo con el entonces Secretario General de Gobierno, Luis Maldonado, cerraron la Atlixcáyotl a la altura de su pueblo.
Cientos de campesinos salieron a bloquear, algunos estudiantes y jóvenes llegaron después, la policía se apostó a varios metros del bloqueo, las armas salieron a relucir. El sacerdote del pueblo advirtió del problema días antes, nadie lo escuchó.
La señora Elia Tamayo regresaba de la escuela con su hijo José Luis, un artefacto lanzado por uno de los policías le pegó en la cabeza, ensangrentado e inconsciente fue llevado al hospital donde se prohibió la información sobre su estado. Algunas filtraciones revelaron la gravedad del pequeño de once años que unos días después moriría.
El Secretario General, Luis Maldonado hoy es diputado federal, con fuero, no ha sido juzgado por su responsabilidad.
El Jefe de la Policía, Facundo Rosas, no sólo fue defendido por el gobernador, luego sería encontrado responsable del encubrimiento de una banda de ladrones de gasolina en las inmediaciones de Tepeaca. Fue destituido, pero sigue libre por ese y otros delitos donde su actuación produjo lesiones y muertes.
El Procurador de Justicia de hace dos años, Víctor Carrancá, ocultó los hechos y presentó la famosa “Teoría del Cohetón”, con lo que se intentó culpar a los vecinos de Chalchihuapan de la muerte del chiquillo. Hoy es Fiscal con un período que rebasa los años para los que fue nombrado, con lo cual se amplía la cobertura de la complicidad.
El abogado Juan Pablo Piña, hijo del ex gobernador Piña Olaya, famoso por su actitud de represor, presentó unas cabezas de cerdos y les dispararon balas de goma, para “demostrar” que no eran dañinas al cuero cabelludo humano. Hoy, es diputado federal.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos envió al gobierno de Puebla las recomendaciones pertinentes, se encontraron contradicciones entre lo dicho por los policías y los hechos reales.
Hace unos días el órgano presidido por Luis Raúl González Pérez envió un comunicado donde señala que aún está pendiente la reparación del daño a favor de la madre de José Luis Tehuatlíe. También falta conocer la determinación de la averiguación previa que a la fecha integra la Fiscalía Especial para la investigación del caso Chalchihuapan, y se determine la responsabilidad penal que corresponda a los servidores públicos involucrados.
El Gobernador de Puebla, no ha sido responsabilizado de los hechos. Y hoy, busca ser candidato presidencial presentando como modelo lo que ha hecho por Puebla, la gran transformación, y se dispone a recorrer el país para buscar el consenso de los panistas primero, y de otros partidos después.
Como dice el pueblo “candil de la calle, oscuridad en tu casa”.
O por lo menos, así me lo parece.