22-11-2024 12:30:53 PM

Las locuras del Emperador? Marín López

 

La crisis al interior de la Secretaría de Salud tocó fondo. Es común ver cómo el personal esconde hojas, plumas, lápices, cartuchos de tinta y hasta cuadernos para poder laborar.

Y es que mientras las corruptelas prevalecen, los empleamos sobreviven con el mínimo material para atender a los poblanos. En cualquier momento llega la notificación de que hay un nuevo jefe, cuyo cargo dura unas horas para nombrar a otro. Cada uno, eso sí, impone su estilo. No hay respeto por el desempeño profesional.

El deterioro de las relaciones con los superiores se incrementa de manera notable ante el descrédito y la ambigua personal que identifica a los “jefes”. Existe un aparato médico con nula experiencia en salud pública y persiste el desconocimiento total sobre cuáles son los síntomas del área de la Secretaría.

Un general del ejército retirado de 70 años es quien maneja Salud, ante las locuras de Antonio Marín López. Piensa que la dependencia es un cuartel. Lo único que hace es ofender, maltratar y ordenar.

Se supone que la jubilación es requisito a evaluar en el desempeño de las funciones públicas. ¿Por qué mejor no se va a descansar a Casa del Abue?.

¿Con qué fuerza puede ejecutar los planes y programas sanitarios si apenas puede andar de pie?.

El caso más patético es el Secretario, quien ante la mirada de la opinión pública padece de un deterioro gradual de su perfil de personalidad. Su proceder causa risa, pero su desempeño en la dependencia produce vergüenza por sus desequilibrios emocionales.

El área administrativa no está a la altura de las circunstancias. No se ve la ejecución económica ni la planeación. Es infame y penoso que el personal sea tratado como mendigos, ante la inoperancia e ignorancia de las autoridades.

Y qué decir del líder sindical. El mentado Malcom sólo responde al dinero y sus intereses.

Pobre Salud, tan lejos de Casa Puebla, tan cerca de Marín López.

 

VOY O VENGO
El secretario de plano tiene problemas.

Hace unos días convocó en viernes por la tarde para organizar al día siguiente una Feria de la Salud.

Habría reparto de condones y se abrirían los módulos de atención para las personas de escasos recursos.

Eligió la explanada del estadio Cuauhtémoc.

Le valieron las gestiones de los permisos ante el Ayuntamiento.

Toda la Secretaría se puso de cabeza para cumplir el capricho del funcionario.

Estaba ya listo todo para la inauguración en sábado.

Marín López se despertó con otra idea: Cancelen todo, ordenó.

Y es que el argumento risible fue que el reparto de condones podría traducirse en que los poblanos los inflaran y se pusieran a jugar con el látex en plena Feria.

Lo dicho.

Ni cómo ayudarlo.

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