Por: Jesús Manuel Hernández
A Blanca Alcalá le ha tocado en su carrera política enfrentar adversidades, más cuando quiso escalar a los puestos de elección popular. Su primera incursión con rumbo a la Presidencia Municipal fue mal vista por el grupo de machistas que dominaba al PRI.
Su segunda oportunidad le fue presentada como tabla de salvación para eludir el fracaso, la derrota de los marinistas que pretendían a Javier López Zavala como candidato, pero cuando lo midieron, se dieron cuenta de que podría perder, entonces invitaron a Blanca que debutó con casi 30 puntos en contra de Antonio Sánchez Díaz de Rivera a nombre del PAN.
Por suerte para Blanca, a Toño Sánchez le hicieron una pésima campaña, y ella, bien asesorada por Rosario Robles, Paloma Guillén y María Esther Scherman, se adueño de la ciudad, remontó la desventaja y ganó por casi la misma diferencia, es decir, duplicó su proyección.
Ahora vuelve al escenario electoral más arropada, con más experiencia, y enfrentará una Elección de Estado, donde el gobernador no tiene más límite que su capacidad y disposición de efectivo; está aún por verse si su partido y otros, le siguen en su deseo o como parece, lo abandonan a su suerte.
Y ya de entrada Alcalá ha de superar dos obstáculos: Uno, la impertinencia de Víctor Manuel Giorgana que quiere volver a sentirse el dueño de la candidata con miras a proyectarse en la capital donde hasta ahora ningún Jiménez ha gobernado.
Y Dos, la postura berrinchuda de Javier López Zavala, el otrora defensor de la Ley del Talión, quien no acaba de entender que el partido ni es suyo, ni suyos los votos de los poblanos, apenas si encabeza a una camarilla que perdió las elecciones hace seis años.
Un viejo político le dijo a este reportero hace unos días “Si tú entras a una contienda con miedo ya estás derrotado”, aludiendo a la personalidad que debe asumir Alcalá respecto primero de sus enemigos de fuera, pero principalmente a los de adentro de su partido.
Dos posiciones claves deben marcar el inicio de su participación en la elección a la llamada “minigubernatura”: el PRI y la Coordinación de la campaña.
Esas dos designaciones serán su medida respecto de las estrategias, propuestas y estilo de campaña que pretenda hacer.
Los poblanos están enojados con los dos últimos gobiernos, el del PRI y el del PAN; Alcalá , si quiere ganar, debe entender, interpretar los deseos de los ciudadanos, en acciones más horizontales que verticales y para ello necesita que sus colaboradores piensen igual que ella, y no, como algunos suponen, anteponiendo sus deseos futuristas para colarse en el 2018.
O por lo menos así me lo parece.