Jefe del Departamento de Investigación en Población y Desarrollo
Un vínculo entre población y desarrollo, que ha enfatizado la Política de Población, es el de la distribución espacial de la población y el desarrollo regional. Se observa que los modelos de desarrollo hasta el presente han favorecido los procesos de concentración territorial de las actividades económicas y de la población, con consecuencias negativas para el desarrollo equilibrado a nivel regional (UNFPA, 2006). Un indicador de lo anterior es que tan sólo en Puebla, el 50% de la población estatal reside en apenas 17 municipios, y el 50% restante se encuentra distribuida en los otros 200 municipios. Por otra parte, el 80% de las localidades son menores a 500 habitantes y en ellas reside el 10.3% de la población estatal, lo que implica una gran dispersión poblacional. Existen sólo 15 centros de población (que representan el 0.24% del total de localidades) con una población mayor a los 20 mil habitantes, que albergan al 40% de la población de la entidad. La principal fuente de alimentación de la concentración urbana ha sido la emigración rural urbana y en menor medida la reclasificación de las localidades rurales a urbanas.
Pese a que los avances han sido menores en materia de distribución espacial de la población, es preciso reconocer, que al detener el crecimiento demográfico, se apoya de manera indirecta el desarrollo armónico entre las regiones, pues la emigración y su consecuencia, la concentración urbana, es el resultado de la pauperización de la población rural y ésta se encuentra íntimamente asociada al crecimiento demográfico: “A condiciones de pobreza y marginación acentuadas, suelen asociarse bajos niveles educativos, elevados índices de fecundidad y de mortalidad, una edad temprana al matrimonio y familias numerosas. Por lo que, junto con las actividades en materia de desarrollo urbano sustentable, deben desarrollarse actividades tendientes a cambiar los comportamientos reproductivos de la población”.
En síntesis, un crecimiento acelerado de la población presiona la estructura económica y social de cualquier sociedad, pues exige mayores esfuerzos y se dispone de un menor tiempo para satisfacer las demandas de empleo, educación, salud, vivienda, servicios urbanos, alimentación, entre otros, frenando con esto el desarrollo.
De esta manera la Política de Población, no es, ni debe ser, sustituto de las políticas de desarrollo económico y social, sino más bien su fiel colaboradora; debe concebírsele como parte de las mismas y contribuir todas, en forma coordinada, al logro del fin básico de toda sociedad: el bienestar de la población. Por ello, la Política de Población es y debe ser considerada como parte inherente de las estrategias y de los planes de desarrollo, manteniéndose en estrecha coordinación con todas las políticas públicas.
BIBLIOGRAFÌA
COESPO – Puebla. La Política de Población, 1995
CONAPO, 30 años de Política de Población, 2004
UNFPA, Población y Desarrollo, 2006
INEGI, II Conteo General de Población y Vivienda, 2005
