Por: Valentín Varillas
El mensaje del gobernador Moreno Valle con motivo de su 5º informe de gobierno será la columna vertebral sobre la que descansará el discurso de campaña del virtual candidato a la guberantura, Tony Gali.
De ahí que el evento tenga una implicación eminentemente política.
El rosario de cifras, la larga lista de logros, la Puebla diferente que se nos ha vendido hasta la saciedad en estos años de administración intentará ser el arma letal con la que el morenovallismo amarre el tan anisado triunfo en la elección de junio próximo.
El propio mandatario estatal y sus asesores así los decidieron desde hace varios meses y la estrategia no se va a modificar.
Bien o mal, creíble o no; mediante la garantía de continuidad ofrecida al elector potencial se intentará ganar la elección más importante para el grupo político en el poder.
La que, de acuerdo con su lógica, simplemente no se puede perder.
En este contexto, los sesudos y carísimos estrategas del régimen han concluido que, tomando como bandera las acciones de gobierno, maximizan las posibilidades de triunfo.
Que lo hecho y lo pendiente son un valiosísimo activo para la lucha política.
Que hay confianza ciega en el hecho de que la enorme mayoría de los poblanos aplaude a rabiar las políticas públicas tomadas por esta administración, que avala este estilo tan novedoso y peculiar de gobernar y las cuentas entregadas hasta el momento, la auténtica recta final del sexenio.
De esta manera, sin estar en la boleta, pretenden que Rafael Moreno Valle juegue también en la arena electoral y obtenga un importante beneficio colateral para cerrar con magníficos números su paso por el gobierno estatal y entrar de lleno a las grandes ligas de la política nacional.
Muy bien.
Sin embargo, hay algunas cosas que de plano cuadran.
Si tienen tanta confianza en que el mandatario es un auténtico activo que le suma a Gali en la contienda, no habría necesidad de echar para atrás o matizar -en época electoral- algunas decisiones tomadas desde la oficina principal de Casa Puebla y que son consideradas, por lo menos, como “antipopulares”.
Ya será el gobernador quien se encargue de anunciarlas puntualmente -cuando los tiempos políticos así lo decidan-, pero le adelanto que tendrán que ver con el tema del agua potable, la fotomulta y más, todavía más regalos y subsidios.
Si la enorme mayoría de gobernados estuvieran convencidos, de la forma en la que se maneja en el discurso público, de que la Puebla de hoy es una sucursal del País de las Maravillas, acciones recientes y futuras que rayan en el populismo más ramplón serían tal vez innecesarias.
Otro asunto que de entrada parece inentendible, es el intenso cabildeo que los operadores morenovallistas han tenido con diversos actores, sobre todo nacionales, para negociar los tonos de la campaña y lograr que el gobernador Moreno Valle no sea el blanco de los ataques y descalificaciones de los partidos opositores.
Por un lado lo quieren meter para bien, pero sacarlo para mal.
Raro, ¿no?
Optar por llevar a cabo una virulenta guerra sucia en contra de un mandatario ampliamente popular genera un efecto contraproducente para quien la ensaya.
Sin embargo, el Comité Ejecutivo Nacional del PRI ha determinado, desde hace meses, que en el caso específico de Puebla, para intentar recuperar el gobierno estatal, es atacar con todo y sin piedad, desde varios frentes, al jefe del ejecutivo poblano.
Por cierto, en estos casi 365 días han pasado cosas en el plano político que ya preocupan en la oficina principal de Casa Puebla.
Entrando al 4º informe, se daba por un hecho que el PRD formaría parte de la alianza de partidos con la que contenderá el candidato oficial.
Hoy, está en veremos.
Juraban que para estas fechas, el PRI sería un partido dividido, fracturado por sus apetitos políticos personales.
Es el PAN quien ha mostrado esos visos de ruptura entre importantes grupos al interior, al grado de que los estrategas del gobernador descuentan de antemano el apoyo del panismo tradicional.
Hace un año, se aseguraba en el discurso que la elección de junio era un asunto de mero trámite, que en el 2016 la victoria estaba asegurada sin lugar a dudas y que ya se podía “ir destapando el champagne”.
Apenas hace unos días, uno de los más cercanos, de los incondicionales a Moreno Valle expresó por primera vez y en corto una frase demoledora: “podemos perder”.
Y lo peor para el gobernador: a principios de 2015 daban por hecho que su posicionamiento de cara a la elección presidencial del 2018 sería por lo menos “digno” y que de acuerdo a la millonaria inversión en medios nacionales le alcanzaría para estar al mismo nivel que algunos priistas del gabinete, como figura principal en el PAN y apenas por debajo de Andrés Manuel López Obrador.
Si revisa los números, verá que no es así.