Por: Valentín Varillas
La sugerencia vino de muy alto, como tenía que ser: de la cúspide del olimpo del gobierno federal y el Revolucionario Institucional, que son lo mismo pero no son iguales.
Jorge Estefan, en la óptica de esa élite, era el perfil ideal para convertirse en el coordinador de la campaña tricolor en el escenario de que Blanca Alcalá fuera ungida como candidata.
Elementos existían de sobra para considerar lo anterior:
Blanca creció políticamente al amparo de Estefan, en teoría supieron mantener una relación cercana a pesar de los vaivenes de la política y el servicio público, además de que ambos tienen vasta experiencia en aquello de ganar elecciones.
Por eso, sorprendió mucho el hecho de que el aludido rechazara contundentemente la “invitación”.
Vamos, ni siquiera la consideró.
Las razones esgrimidas alcanzaron apenas niveles de balbuceo.
El flamante diputado federal basó su negativa en los más increíbles argumentos.
Testigos juran que de entrada apeló a “su hartazgo por la división de los poblanos”.
Después echó mano de aquella, tan socorrida frase, de que “ya no valía la pena volverse a enfrentar a Moreno Valle”.
Terminó, faltaba más, con las inevitables implicaciones personales.
Explicó cómo las coyunturas electorales recientes habían “fracturado las relaciones entre miembros de su familia y que, una vez resueltas las diferencias, no quería volverse a enemistar con ninguno de ellos”.
Y así fue, a grandes rasgos, como el principal y más férreo crítico del hoy gobernador de Puebla durante la elección del 2010, se negó la oportunidad de ser uno de los protagonistas principales de la batalla política mediante la cual el PRI -el partido al que Estefan Chidiac le debe todo- pretende recuperar el gobierno de uno de los estados prioritarios para que el presidente Peña pueda entregarle a un priista el gobierno federal en el 2018.
¿A qué se debe lo anterior?
¿Cómo entender el rotundo NO de Charbel?
¿Se ha dado cuenta, por cierto, que nadie siquiera lo ha manejado como potencial coordinador de la campaña de Blanca, siendo la carta natural?
Imposible argumentar compromisos legislativos ya que otro diputado federal, Alejandro Armenta Mier, es uno de los nombres que con más frecuencia se escucha para el cargo.
Tal vez, las verdaderas razones sean más simples de las que imaginamos.
Para nadie es un secreto el hecho de que, una vez que Moreno Valle se convirtió en gobernador, Estefan Chidiac intentó por todos los medios recomponer su relación con él.
Un par der muy influyentes operadores abonaron para que las heridas producidas en esa campaña por fin cicatrizaran.
Al final, después de mucho esfuerzo, las diferencias se saldaron al grado de que se pudo hacer un acuerdo al más alto nivel para que Jorge no tuviera ningún problema para arrasar en el distrito de Izúcar y llegara caminando a integrar la LXIII Legislatura federal.
Destrozar lo anterior en aras de sumarse a una aventura electoral de resultado incierto, en su óptica sería un auténtico suicidio.
Además, a pesar de vivir en aparentes extremos opuestos del espectro político, existe una relación cercana y de mutuo aprecio con el inminente candidato del morenovallismo al gobierno del estado, Tony Gali.
Más allá de cuestiones familiares, existen un sinnúmero de temas del pasado, presente y futuro, que los unen irremediablemente.