Dirigente del Movimiento Antorchista Nacional
Según se pactó expresamente con la Secretaría de Gobernación Federal, los antorchistas podrían reinstalar, de inmediato, su protesta permanente si, para el 22 de diciembre del año pasado, sus compañeros encarcelados por Francisco Garrido Patrón no habían recobrado su libertad. Como se sabe, esto no sólo no ocurrió, sino que, en la víspera de que se cumpliera el plazo, fue encarcelada la Licenciada Yesenia Valdés Flores, defensora legal de los catorce presos políticos. A pesar de ello, los antorchistas no han reinstalado su plantón porque quieren demostrarles a los hombres y mujeres de buena fe, que ni buscan conflictos artificiales ni menos impedir el trabajo de personas honradas. Que sólo piden que en este país deje de violarse y prostituirse la ley en obsequio de una política de represión contra el pueblo; que se respete el Estado de Derecho y que, en consecuencia, se libere a sus quince compañeros, encarcelados con acusaciones falsas y prefabricadas.
Pero poco han conseguido. Ya está desatada la jauría mediática para echarles encima el odio público. Pongo dos ejemplos. El inefable Ciro Gómez Leyva, en televisión y en la radio, harto de calumniarlos y mofarse groseramente de ellos, terminó afirmando que “no es cierto” que Gobernación Federal se haya comprometido a liberar a los presos, “como afirman los antorchistas”. Dos comentarios. Primero, ¿cómo lo sabe Ciro Gómez, si no estuvo presente en las negociaciones entre Emeterio Carlón y los antorchistas? Se lo dijo, claro, la propia Secretaría de Gobernación; y ya se sabe que, para cierta gente, la razón y la verdad están siempre del lado del poderoso. Segundo, ¿por qué no sale a hacer esa aclaración el propio Emeterio Carlón? Pues porque él sí sabe que los antorchistas dicen la verdad; y por eso echa por delante a sus patiños, que para eso les pagan.
El otro modelo es el perfumado Oscar Mario Beteta, de quien no es la primera vez que recibimos ataques y soeces injurias totalmente gratuitos. En su programa radiofónico del 6 de enero, primero dio vuelo a las quejas de comerciantes (vaya usted a saber si auténticos o no) que culpan a los antorchistas por las bajas en sus ventas; luego hizo decir a su reportero que muchos no saben ni por qué protestan; después exigió a los asambleístas del Distrito Federal que prohíban las manifestaciones públicas y, para concluir, leyó una “breve radiografía” de Antorcha Campesina. Por ahora sólo me interesa el escogido final: “Antorcha Campesina afirma que puede movilizar a 800 mil personas y su presencia más fuerte es en los Estados de México, Puebla, Michoacán, Veracruz, San Luis Potosí, Oaxaca, Guerrero e Hidalgo. Actualmente integrantes de ese grupo gobiernan en nueve municipios poblanos”. Y acota Oscar Mario Beteta: “Pues sí, 800 mil vagos (¡!), hipócritas, cínicos a los que la Asamblea del Distrito Federal debe ponerles un alto ¡pero ya!” ¿Qué opina usted, desprejuiciado lector, de las maneras tan respetuosas y profesionales del señor? ¿Qué opina de que un auténtico parásito social, que vive como rey gracias a la prostitución que hace del noble oficio de periodista, se atreva a calificar de “vagos” a mexicanos humildes que, ellos sí, sudan la camiseta para poder comer? ¿Que se atreva a llamarlos públicamente hipócritas y cínicos, él que vive de la hipocresía y el cinismo con que manipula la información que maneja? ¿Que se atreva a tronarles los dedos a los señores asambleístas, como si fueran sus empleados, para que repriman un derecho constitucional? Y a este señor, que ha hecho del micrófono un verdadero tribunal en que acusa, enjuicia y sentencia a la gente, ¿quién lo mete en cintura?
Y los políticos no se quedan atrás. Jesús Carlos Hernández, funcionarillo del gobierno de Querétaro, declaró, entre otras sandeces, que “su” gobierno “no negocia la ley”. Pero los antorchistas no pedimos a nadie que “negocie la ley”; lo que pedimos es que se la respete estrictamente; que no se la traicione ni se la estupre en beneficio de una política fascista y represiva como la del gobernador de Querétaro. Si ese señor tuviera un adarme de inteligencia, o siquiera de sentido del tacto y de la oportunidad políticos, en vez de salir a reiterar vacías formulas autoritarias que nadie toma en serio, debería demostrar que no es verdad que en Querétaro se fabrican delitos para encarcelar inocentes; debería probar que los quince presos políticos que guarda en sus mazmorras, realmente cometieron los crímenes de que se les acusa. Pero como no hace eso, lo único que prueba es que en Querétaro “no se negocia la ley”, pero sí se la viola y corrompe con un descaro que tarde o temprano se volverá contra los abusivos.
Cuando el Licenciado Fernando Gómez Mont asumió la Secretaría de Gobernación, se dijo que se trataba de un muy competente hombre de leyes, honesto y experimentado. Yo, que no tengo motivos en contra, acepto esa caracterización y de ella deduzco que al señor Secretario no pueden quedarle dudas de que en Querétaro se está cometiendo una infamia, un crimen de lesa justicia en contra de humildes campesinos y modestos luchadores sociales. Y si es así, ¿por qué no interviene con decisión para remediar el abuso? Las sociedades, no lo olvidemos, se parecen a las familias, entre otras cosas, en que los mayores educan a los menores más con su ejemplo que con sus sermones. Es un hecho que las clases altas educan a las clases bajas; que un pueblo será siempre lo que sean sus gobernantes y sus clases ricas e ilustradas. No sigamos exigiendo honestidad a policías y empleadillos de tercera fila, mientras los grandes millonarios se llenan los bolsillos especulando contra el país y encareciendo los alimentos. No sigamos exigiendo al crimen organizado que se inhiba ante la ley y la respete, mientras el gobierno de Querétaro baila alegremente un zapateado sobre ella, y Gobernación Federal mira complacida y aplaude. Será en vano.