Por: Jesús Manuel Hernández
Ante lo inevitable, una tercera vía es la opción de continuar en la política, “lo importante es no bajarse del tren” le habría aconsejado el personaje que más influencia ha tenido en su vida prácticamente desde su nacimiento, y he aquí que pese a todo, el escenario no parece tan descompuesto.
Si en el PAN las alianzas no tienen mucho futuro por ahora, y si en el PRI su papel sólo se limitaría a comprometer la operación a favor de Peña Nieto y en contra del populismo de López Obrador, no quedará menos que buscar inmiscuirse en las aspiraciones independientes, o las que más parecido tienen con ese postmodernismo de la política mexicana.
Un buena parte de la cargada emocional de Rafael Moreno Valle ve que se agranda la distancia de su aspiración al 2018. Otra en cambio ve una opción la gestión a favor de un acercamiento con quienes empiezan a levantar vuelo en torno a las opciones ciudadanas que bien podrían ser cobijadas pasado mañana por las alianzas, especialidad a fin de cuentas de Rafael.
No en balde la cercanía de la familia con Juan Ramón de la Fuente y Jorge Castañeda, y no está por demás citar las relaciones con Carlos Salinas y algunos intelectuales cuyo común denominador sin duda es el antilopezobradorismo.
Sí, pareciera que Rafael tiene ante sí una tercera vía, financiar la operación y encabezar la oposición formal contra MORENA desde las aspiraciones de los independientes, lo que al final del camino puede representar la coordinación de la campaña presidencial, por ejemplo, con una promesa que puede concretarse en la jefatura del gabinete.
A Moreno Valle no se le dificultaría abstenerse de buscar la candidatura por el PAN, ya demostró que la camiseta se quita y se lava cuantas veces sea necesario; Puebla bien valió una misa, tuvo que bajar la cabeza ante los doctrinarios del PAN para luego correrlos del partido.
Ahora, México bien puede valer otro gesto.
