Por Alejandro Mondragón
En la BUAP ya se perdió el decoro.
Ahora la hermana del rector Alfonso Esparza Ortiz, Marina Esparza Ortiz, se encarga de regalar tabletas digitales o becas para comprar voluntades en la BUAP.
El Tío Poncho ya no manda, sólo administra los intereses creados por el secretario general, René Valdiviezo, quien espía, amenaza, chantajea y controla absolutamente todo.
Empezó la cacería de lo que queda del agüerismo y otras expresiones académicas para preparar la sucesión de Esparza. En las Facultades la cosa está que arde por las amenazas de muerte o cárcel. Ya le expondré dos casos: Administración y Derecho.
Hoy en el gabinete universitario los ingenieros juegan a la Gobernanza y Seguridad; los licenciados en negocios internacionales juegan al Consejo Universitario; las enfermeras juegan a la Vicerrectoría de Docencia; los comunicólogos juegan a ser especialistas en deportes; y los funcionarios del gobierno de Puebla juegan a dominar y humillar al Rector.
Alfonso Esparza, repito, es el administrador de la BUAP.
El poder está concentrado en el secretario general, René Valdiviezo, y la tesorería a cargo del auditor del estado, David Villanueva, mientras la imagen de la universidad es tarea de Marcelo García Almaguer, quien ya hasta tiene oficina en la BUAP.
Todos los nombramientos en unidades académicas y dependencias de la universidad son palomeados por Valdiviezo.
En Economía ya impusieron secretarios y próximamente controlarán la Facultad o la Dirección de Infraestructura Educativa, a cargo de Jorge Rodríguez y Morgado, señalada como la Lavandería BUAP.
Los campus de la Universidad operan como recintos sitiados por personal de la DASU, a cargo de la sobrina Susana Hernández y el alemán Christian Steger Shmidt, quien enfrenta denuncias de fraude genérico.
En la nueva imagen de la BUAP, Esparza se pasó por los huevos someterla a consideración del Consejo Universitario para su aprobación.
Ahora los colores de la máxima casa de estudios son azul morenovallista y se fomenta seguir por la ruta de la transformación. Cada vez más, Alfonso Esparza se clona en burócrata morenovallista.
El nuevo sistema de cámaras de vigilancia es usado como mecanismo de espionaje y terrorismo laboral, a las órdenes de Valdiviezo para someter a la comunidad universitaria.
En la BUAP ya se canceló el debate, la discusión de ideas, los espacios plurales se cerraron y niegan aulas a los universitarios. Sólo se permite lo que autorizan desde la Secretaría General de Gobierno.
Ningún director puede realizar celebraciones o festejos de unidades académicas, sin que lo valide la Rectoría. Aquel funcionario universitario que se salte las trancas es objeto de auditorías o sanciones laborales. La Contraloría y la Abogada General someten a los directivos.
Se quiere debilitar a los directores para que nadie le haga sombra a Valdiviezo.
Millonaria es la partida para la imagen en medios poblanos y nacionales. Mientras no hay dinero para pensiones o medicina del Hospital Universitario, fluyen los recursos para la prensa, radio y televisión.
Así está la BUAP de Esparza, donde la fantasía predomina más que la realidad. Alfonso se olvida que la única responsable de exigirle cuentas es la comunidad universitaria, pero él ya no manda, sólo administra.