Por: Jesús Manuel Hernández
El gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle debiera acercarse más a la iglesia, pero no para pintar las rejas de la catedral o a presencia espectáculos proyectados sobre la fachada, tampoco para sostener reuniones públicas, para la foto, donde las apariencias pudieran dejar ver que hay buenas relaciones.
Más bien, el gobernador debiera saber lo que en la iglesia, en la estructura latinoamericana se dice de él y dónde lo sitúan en el contexto nacional, sobre todo ante su manifiesto deseo de querer ser presidente de México.
No hace mucho, varios obispos del continente mantuvieron su acostumbrada reunión para observar los escenarios religiosos y sociales de la región, uno de ellos el caso de México donde el tema de la violación de los Derechos Humanos, la inseguridad y algunas manifestaciones respecto de la persecución a sacerdotes, no han sido explicadas del todo.
Curiosamente, los jerarcas también hablaron de la sucesión presidencial y el estado del régimen de Peña Nieto, de su aceptación, de la problemática que enfrenta y de cómo se interrumpe la labor de la iglesia en favor de la dignidad humana y los pobres.
¿Y qué hay con el gobernador de Puebla? habría preguntado alguno de los obispos. La respuesta no fue muy benéfica para el aspirante a Los Pinos, por el contrario. Una relatoría sobre la violación a los derechos humanos, acompañada de medidas económicas que perjudican a los pobres y principalmente la fuerte inversión en favor de beneficiar a unos cuantos fueron algunos de los aspectos.
Pero el punto principal es que su gobierno no fue calificado como cercano al bien común ni a la dignidad humana.
Un asunto, que si bien permanecerá tras los muros de las reuniones, es sin duda un mensaje que debiera valorar Moreno Valle.
O por lo menos así me lo parece.
