Por: Alejandro Mondragón
El principal activo se convirtió en pasivo.
El gobernador Rafael Moreno Valle paga con su posicionamiento político -de cara a la elección presidencial del 2018- ser parte del barco de Enrique Peña Nieto en el país.
Reporta, sin duda, las mejores notas dentro de los operadores de Los Pinos en la oposición, pero registra los peores indicadores para el 2018, al grado de ubicarlo en la disyuntiva de abandonar el proyecto para evitar el desastre político.
Ser penúltimo de la primera lista de presidenciales, estar 34 puntos abajo del puntero Andrés Manuel López Obrador y quedar 20 puntos debajo del primer lugar en todos los careos elaborados por el diario Reforma no es nada halagador para quien la imagen lo es todo.
¿Qué pasó?
Pues su alianza con Peña Nieto se agotó para él, no para el presidente y el PRI. Es evidente, salvo que busque una mega alianza partidista que incluya al Revolucionario Institucional que domina el grupo Atlacomulco para detener a Andrés López Obrador, no se explicaría su peñismo.
Y es que el mensaje de la sociedad es oooootra vez la urgencia de cambio.
¿Quién puede encabezar la ruptura del statu quo donde perduran la impunidad, corrupción, ostentación y chingadera y media?
En primer lugar Andrés Manuel López Obrador, luego vienen Margarita Zavala, Miguel Ángel Mancera y El Bronco. Los últimos con declaraciones claras de llevar al gobierno al poder ciudadano, sin partidos.
Ellos abanderan el cambio.
¿Por qué Moreno Valle no?
Pues se ha metido en el discurso de las mega alianzas partidistas contra el populismo, no para cambiar el desastre causado por el grupo de Peña Nieto.
Y su comportamiento en el poder se asemeja a los sesentas y no al siglo XXI que reclama respeto a los derechos humanos y transparencia.
Los mexicanos quieren un cambio, lo refleja la encuesta de Reforma.
Pero ni el PRI, PAN o PRD lo ofrecen de manera creíble. Si la ruta es la ciudadanización electoral verá la aparición de todo tipo de perfiles porque el mercado lo demandará.
El rumbo de Moreno Valle, con un beligerante PRI con Manlio Fabio Beltrones, será romper con el gobierno de Peña Nieto.
Y no porque quiera, sino porque lo necesita para ser una apuesta independiente, no palera de Los Pinos.
Si no se apura hasta Ricardo Anaya terminará rebasándolo para el 2018.
Cuando el gobernador concluya su mandato, López Obrador le llevará 15 años de campaña, mientras que Margarita Zavala nada más 17 meses y El Bronco con todos los reflectores encima.
Lo de Moreno Valle es alejarse de Peña si quiere ser competitivo. Mantenerse en su órbita es terminar mareado, pero muy alejado de los punteros presidenciales.
En el PAN le recuerdan que él pidió que los candidatos a diputados federales no criticaran a Peña Nieto.
Hoy, o rompe o se la rompen.
Y si los grandes capitales e intereses extranjeros observan que no crece en los números, seguro retirarán los apoyos o los recursos dejarán de fluir.
Por lo pronto, u análisis de alto nivel revela que la masonería socialista que lo respaldaba, gracias a los oficios de Luis Maldonado Venegas, empezó a perfilar otra carta para enfrentar a López Obrador.
Los resultados de las encuestas que lo ubican abajo del índice de competitividad presidencial, aun con los abundantes recursos gastados en imagen, han ocasionado que los masones comiencen a voltear los apoyos hacia el zedillista Juan Ramón de la Fuente.
Para revestirlo, le entregaron el doctorado honoris causa de la UNAM en una ceremonia a la que asistieron los más prominentes integrantes de la comunidad marxista de México: Roger Bartha Muria, Rodolfo Stavenhagen, David Kershenobich Stalinikowitz, Olga Elizabeth Hansberg Torres, Roberto Armand Verdonk, Olayinka Aina Koso-Thomas y Eduardo Lizalde.