Por: Socorro López Espinosa
La economía mexicana se encuentra en un difícil punto, entre el comportamiento del mercado cambiario y la expectativa de un alza en la tasa de interés en Estados Unidos, lo cual podría trasladarse a una escalada inflacionaria durante el último cuatrimestre del año, y golpear el bolsillo de los habitantes, sobre todo en su alimentación.
Hasta ahora la depreciación del peso frente al dólar ha sido de un 18 por ciento, dicho costo aún no se traslada a la inflación, es decir no existe distorsión en la formación de precios; esto en parte porque los fabricantes han absorbido los costos que dicha depreciación les significa.
Sin embargo, algunos analistas estiman que para septiembre esta situación podría empezar a cambiar, si se acentúa dicha depreciación y el tipo de cambio llega a los 20 pesos por dólar, y si se acaban los inventarios de comercios, de ahí que iniciaría una clara escalda de precios.
Y es que hay que recordar que México no es autosuficiente en alimentos, por lo menos el 40 por ciento de estos son importados, y la más importante afectación sería en la economía de millones de mexicanos, con lo que se agudizaría la pobreza.
Tan solo en julio pasado, en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) los productos que registraron las mayores alzas en precios fueron frutas y verduras en 8.8 por ciento y los productos pecuarios en 6.4 por ciento.
No sólo son productos importados sino los que también se cultivan y procesan en México, porque emplean insumos extranjeros.
Por ejemplo se importa todo el maíz amarillo, al tiempo que se importan los fertilizantes que se emplean en el campo.
Así como hay productos frescos, también están todos los procesados, desde verduras, frutas, carnes, hasta cervezas, cereales, pastas, panes, harinas, enlatados, y un sinfín de alimentos más.
Posiblemente los primeros artículos en aumentar sus precios sean los de consumo duradero y no básico como electrodomésticos, electrónicos, ropa, automóviles, libros, entre otros.
Todo producto importado se paga en dólares, pero el manejo interno es en pesos; por supuesto el incremento en precios no será del 18 o 20 por ciento que ha subido el costo del dólar, pero sí habrá una transferencia que definitivamente pegará en la economía familiar de los mexicanos.
Si el tipo de cambio no rebasa los 17 pesos por dólar es factible que se alcance la meta inflacionaria del 3.0 por ciento, y que el alza en ciertos productos no sea tan marcada ni inmediata.
Aunque, de cualquier forma el último cuatrimestre del año, es decir a partir de septiembre próximo, será más difícil para los mexicanos, que ya de por sí tienen un bajo ingreso y con ello limitarán aún más su consumo.