Por: Valentín Varillas
En plena crisis generada en el gobierno federal por la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, el grupo más influyente alrededor del presidente Peña Nieto propuso como medida de control de daños la salida inmediata de Monte Alejandro Rubido como Comisionado Nacional de Seguridad.
Sin embargo, antes de proceder a cesar al funcionario de manera oficial, era necesario elegir a su sucesor.
Un perfil que generara la confianza necesaria en la opinión pública y la sociedad en general, de que la estrategia de seguridad pública del actual gobierno se aplicaría con toda contundencia y al margen de corruptelas e ineficacias.
Para encontrarlo, se convocó en corto a diferentes liderazgos del país, incluyendo por supuesto a los gobernadores de las entidades federativas.
De inmediato, el de Puebla tomó un papel protagónico en el tema.
Llevando como propuesta a Facundo Rosas Rosas, en ese tiempo su Secretario de Seguridad Pública, cabildeó intensamente con los mandatarios estatales que integran la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) para que apoyaran ante la federación su nombramiento al frente de la Comisión.
Así como lo lee.
A pesar de llevar como enorme mancha curricular el operativo realizado en Chalchihuapan, en donde policías estatales asesinaron al niño José Luis Tehuatlie Tamayo, Rafael Moreno Valle argumentó que Facundo garantizaba dureza en el combate frontal a la delincuencia y que su rectitud y honestidad hacían imposible su colusión con grupos criminales.
Tomando en cuenta la repercusión mediática que el caso tuvo en todo el país y a nivel internacional, la propuesta de impulsar al poblano parecería a simple vista una broma de pésimo gusto.
Sin embargo, para los asesores del gobernador, ante el fracaso de la Federación en materia de seguridad pública, cada vez más mexicanos apoyarían la designación de un perfil radical como el de Rosas Rosas.
Muy poco tiempo después, el mandatario se vería en la necesidad de cesar a Facundo, una vez que el Ejército Mexicano detuvo a altos mandos policiales poblanos involucrados en el delito de robo de combustible.
El apestoso tufo de la complicidad salió a flote y otra vez, conocimos el verdadero rostro de quien estuvo al frente de la estrategia de seguridad pública del gobierno poblano.
Mientras, Monte Alejandro Rubido sigue en el cargo.
Para muchos, su salida es únicamente cuestión de tiempo.
El tiempo necesario para elegir a su sucesor y garantizar a medida de lo posible que no se volverán a equivocar.
La decisión es complicada tomando en cuenta los bajísimos niveles de aceptación que tiene el presidente y el hecho de que la seguridad es la principal preocupación de quienes vivimos en México.
Pero mientras, duerma tranquilo, por lo menos tenemos la certeza de que Facundo Rosas, por el bien del país, estará alejado un muy buen tiempo del servicio público.
Si es que regresa alguna vez.
