Estar de buenas o estar de malas es un asunto más crítico de lo que nos podemos imaginar, ya que nuestros estados de ánimo determinarán las pocas o muchas posibilidades que tendremos para hacer frente a las diversas situaciones de la vida.
El problema radica en la creencia de que nuestro estado de ánimo está fuera de nuestro control, que depende de factores externos o de terceros: “mi jefe me puso de malas”; “la Navidad me vuelve melancólico”; “qué felicidad por fin es viernes”.
No somos conscientes de nuestros estados de ánimo, pareciera que éstos simplemente nos suceden y los asumimos pensando que no hay mucho que hacer más que esperar a que algo “bueno” suceda y lo modifique.
No obstante, surgen a partir de la forma en que observamos las cosas y de las posibilidades que vemos a partir de ciertos acontecimientos.
Por ejemplo, cuando estamos enamorados nada parece imposible, todo a nuestro alrededor es brillante y nos atrevemos a hacer cosas que en un estado pesimista jamás haríamos.
En su libro Ontología del Lenguaje, Rafael Echeverría menciona que a partir de nuestros estados de ánimo se definen futuros posibles y se generan ciertas realidades:
“LOS ESTADOS DE ÁNIMO SON COMO LENTES A TRAVÉS DE LOS CUALES OBSERVAMOS EL FUTURO. SI CAMBIA EL ESTADO DE ÁNIMO, EL MUNDO TAMBIÉN CAMBIARÁ CON ÉL”.
Basado en algunas pautas que presenta Echeverría para diseñar estados de ánimo, a continuación te propongo 5 claves para mejorar tu emocionalidad:
1. Hazte consciente de tu forma de observar las cosas
Es importante que sepamos la diferencia entre un hecho y un juicio. Reconocer esta distinción nos permitirá dimensionar las cosas de una manera más objetiva. El que nosotros veamos todo negro, no significa que todo en el mundo funcione mal.
Por ejemplo, un hecho puede ser que haya perdido mi trabajo; un juicio sería pensar que soy un incompetente y que esto me complicará colocarme de nuevo en un buen puesto.
Profundiza en tu reflexión y pregúntate: ¿Cómo estás juzgando al mundo, a las personas que te rodean, a ti mismo y al futuro? ¿Qué evidencias tienes de que lo que afirmas sea cierto o no?
2. No te justifiques
Cuidado con las historias que te cuentas porque te las puedes creer. Si bien hay sucesos y factores del mundo exterior que justifican la tristeza, enojo o dolor, también es cierto que en nuestras manos está el poder y la fuerza que le otorguemos a dichos sucesos. Somos responsables de esto.
3. Acciones que rompan el estado de ánimo
Alguna vez estuve atrapada en un sentimiento de culpabilidad por una decisión que tomé y que sin querer dañé una relación importante para mí. La manera en que pude romper con ese estado de ánimo fue moviéndome y viendo posibilidades de acción en dónde creí que ya no había mucho que hacer.
Tomé el teléfono para llamar a esta persona y le pedí que tomáramos un café. Sabía que podía perdonarme o no, incluso podía o no aceptar ese café, pero yo hice lo que estuvo en mis manos, cambié mi estado de ánimo y el curso de las cosas también cambió, de la resignación y la culpa a la acción y la paz.
¿Qué acciones o conversaciones puedes llevar a cabo para cambiar tu estado de ánimo?
4. Observa tu cuerpo
El movimiento es un gran remedio para mejorar nuestro estado de ánimo. Observa tus posturas, tu forma de caminar, de colocar la cabeza, la expresión de tu rostro y busca realizar algún ejercicio que cambié tu energía y mejore tu postura tanto física como emocional.
5. Contágiate del buen ánimo
Los estados de ánimo son contagiosos. Procura moverte en ambientes y con personas que te influencien de manera positiva y si eso no es posible recuerda que tú también puedes promover un estado de ánimo positivo en un ambiente negativo. El contagio opera hacia ambos lados.
Si bien no podemos controlar todas las situaciones de la vida y el impacto que éstas tendrán en nuestro ánimo, sí somos responsables del tiempo que permaneceremos en esa emocionalidad.
En nuestras manos está no seguir alimentando un estado negativo y emprender nuevas acciones que nos ayuden a minimizarlo y movernos hacia una emocionalidad más funcional y satisfactoria.