Así como lo lee.
El mandatario quiso obtener información sobre los predios más interesantes y potencialmente más rentables a futuro -una vez que la armadora alemana empiece a operar- y se encontró con que “un enviado suyo” había empezado ya las negociaciones con los propietarios.
Ese supuesto enviado —el joven Garmendia— había dicho que los predios estaban ya apartados para el gobernador y que él vería con buenos ojos que las operaciones de compra-venta se realizaran en condiciones muy favorables para sus intereses.
Habitantes del lugar empezaron entonces a dar información sobre los “acuerdos” de palabra a los que habían llegado con “su representante” y salieron a la luz cifras, plazos, nombres, tiempos y demás elementos que sirvieron para dimensionar el tamaño de la monumental transa que se pretendía concretar.
El enojo , sobra decirlo, fue mayúsculo.
Este antecedente sirvió para que los operadores del gobernador iniciaran una investigación sobre potenciales conductas similares de Garmendia con respecto a los pocos predios que actualmente componen la Reserva Territorial Angelópolis.
Mismo resultado.
El hasta hace poco joven promesa de la política cholulteca había realizado negociaciones con potenciales compradores de los referidos terrenos propiedad del gobierno estatal.
Además de “precios atractivos”, había ofrecido aprovechar su ámbito de influencia en la esfera municipal para lograr la autorización de las modificaciones de uso de suelo correspondientes y así eliminar cualquier restricción en el aprovechamiento de los predios.
Juran los entendidos que la gota que derramó el vaso fue el actuar que tuvo Garmendia, en su carácter de presidente de la Junta para el Cuidado de las Instituciones de Asistencia Privada del Estado de Puebla, en el escándalo detonado por la revista Proceso y que involucra a la Universidad de las Américas Puebla.
Aunque públicamente el rector de la institución, Luis Ernesto Derbez, ha negado que en la reunión del 26 de noviembre pasado hayan existido exigencias de renuncias y amenazas a la integridad física del rector y otros prominentes directivos de la universidad, testigos presenciales del encuentro han confirmado en corto que lo publicado por el semanario es real y que efectivamente, después de la actitud de Garmendia, se tomó la decisión de recurrir al amparo para ponerse a salvo del potencial cumplimiento de semejantes amenazas.
Si bien resulta lógico pensar que Gustavo no actuó de motu propio, sino siguiendo órdenes de Casa Puebla, lo que enojó al gobernador fue la monumental incapacidad mostrada para operar el tema de forma que pudiera evitarse el escándalo y lo peor, la filtración periodística que lo volvió público.
Lo anterior, cuando en teoría se cuidan con pinzas hasta los más mínimos detalles que pudieran afectar la imagen del gobernador poblano y su obsesivo proyecto presidencial, resultó demoledor.
Sume estos hechos con los que le comente en este espacio en la entrega de ayer y entenderá el por qué de la monumental caída de Garmedia, del paraíso político, al oscuro averno del que ya no habrá manera de salir.