Comisionados internacionales para la defensa de los Derechos Humanos visitaron en días pasados a los presos políticos; versiones periodísticas destacaron casi al unísono las maniobras del Presidente Municipal de San Andrés Cholula, Leoncio Paisano, para negociar a través de terceros con algunos de los presos detenidos cuando la ocupación de la sede de gobierno.
Es decir, el gobierno de Puebla está en la mira de los reflectores internacionales por un tema que no es bien visto en el ámbito de Occidente: la violación de los derechos humanos. Y Puebla se encuentra a la cabeza de casos que son denunciados y cuya investigación en el ámbito nacional es defectuosa, lenta, o por negligencia o por complicidad.
Acaso alguien pensaría que la corriente de MORENA con López Obrador a la cabeza le resulta beneficioso que haya presos políticos, denunciar el hecho y usarlo como bandera sería la razón, piensan; y de ser cierto, los presos políticos le habrían dado la vuelta a la sartén para tomar el mango y por tanto marcar la agenda.
López Obrador estuvo el fin de semana en Puebla nuevamente, visitó Zacatlán, zona donde las fuerzas morenovallistas conviven con un priísmo colaboracionista, le negaron el zócalo para su concentración, pero eso no impidió la denuncia de los negocios entre Moreno Valle, OHL y el Grupo Higa con los Hank entre las patas, un asunto que araña también a Los Pinos.
Tal vez vaya siendo tiempo de que los ciudadanos levanten la voz, asuman posiciones y dejen el miedo.
A las denuncias periodísticas reducidas a unos cuantos medios independientes se han empezado a sumar algunas corrientes de opinión del orden nacional y por supuesto de la oposición política.
Una frase de Marco Tulio Cicerón resumiría todo en Puebla: “El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes”.
