Así de claro, así de contundente, sin dejar lugar siquiera a cualquier pretexto.
“Sí, señor presidente” —fue todo lo que alcanzó a decir la entonces delegada federal, quien a partir de ese momento empezó a prepararse mentalmente para una férrea lucha electoral a la que le rehuyó desde el mismo momento en el que su nombre se mencionó para competir por el distrito 3 con cabecera en Teziutlán.
Sí, con todo y el potencial apoyo y la operación electoral del gobierno de la República, Nancy evitó a manera de lo posible enfrentarse a uno de los candidatos consentidos de Rafael Moreno Valle, Juan Pablo Piña, y, por consiguiente, a la estructura y maquinaria electoral del gobernador.
Sin embargo, la lógica presidencial era muy diferente.
Para Peña, resultaba vergonzoso que no compitiera en el proceso una representante de su gobierno, que además cumple con los requisitos de la rentabilidad electoral para ser competitiva.
Lo anterior fue interpretado como una falta de confianza en los resultados obtenidos por el gobierno federal y un reconocimiento de que en este particular momento de crisis, competir bajo las siglas del partido en el gobierno, en el caso de Puebla, sería un auténtico suicidio político.
De ahí que se le obligara a competir.
“Pruebas de amor” —les llaman.
Lo interesante de esta historia es que demuestra que la línea presidencial ha vuelto a ser parte importante en la vida política del PRI.
Con estos antecedentes, ¿qué harán otros personajes que ya desde ahora se descartan para competir en procesos electorales que no llenan sus expectativas?
Pienso, por ejemplo, en la senadora Blanca Alcalá y su eterna negativa a competir por la mini-gubernatura de Puebla.
Sin duda, se trata de la priista mejor posicionada y la única que podría pelearle realmente al candidato del gobernador.
¿Qué hará si el presidente le ordena competir?
¿Se atreverá a decir que no?
Por cierto, un personaje de mucha influencia en el priismo nacional le recomendó recientemente a Blanca dejar de decir públicamente que no le interesa el 2016.
Le recordó que, como soldados del partido, no son dueños de su futuro inmediato y que tendrán que pelear las batallas que les ordené el general de generales que despacha en Los Pinos.
¿Le habrá quedado claro?