22-11-2024 07:40:43 PM

¿Cómo sería la humanidad con Alzheimer

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Si de repente todo desapareciera, y una nueva humanidad surgiera ¿Cómo podrían continuar la evolución sin saber ellos de dónde vienen? ¿Por qué están aquí? ¿Qué errores ya se cometieron? ¿Cómo aprovechar los adelantos en  la ciencia y la tecnología que ya se tenían? ¿Qué ha sido lo mejor de cada época pasada? Y en la cultura, ¿cómo conocer y disfrutar de cada manifestación artística que ha construido la percepción del mundo por sus ancestros?

opinion07Una humanidad con Alzheimer deambularía unos 4 millones de años otra vez, o por lo menos unos 100 mil años desde que tuvo capacidad de pensamiento, para poder llegar al momento en el que nos encontramos.

Le cuento todo esto porque el próximo 27 de octubre es el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual y esta conmemoración la recibimos con la noticia de que la tecnología avanza tan vertiginosamente que apenas tenemos 10 años para digitalizar los archivos audiovisuales, todos los del mundo, y garantizar así su permanencia.

Carretes, casetes, cartuchos y demás accesorios que en su momento nos permitieron grabar y compartir se llenan de polvo en un rincón, ante la falta de recursos económicos públicos y privados para digitalizar esos archivos.

Así, una gran parte de la memoria de la humanidad de los siglos XX y XXI plasmada en diversos materiales audiovisuales como películas, programas radiales y televisivos, grabaciones sonoras y de video se encuentra en peligro de desaparecer para siempre.

Es tal la amenaza sobre dicho acervo que diversos organismos internacionales han convocado a desarrollar esfuerzos globales para evitar su pérdida, que invariablemente afectaría el conocimiento de las futuras generaciones sobre el  pasado inmediato.

“Vivimos un momento crucial en la historia, en lo que se refiere a los efectos de las tecnologías: cuanto más fácil resulta captar imágenes y sonidos, editarlos y difundirlos a escala mundial, más difícil es salvaguardar este caudal gigantesco de datos”, ya nos había advertido Irina Bokova, Directora General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el año pasado, con motivo del Día Mundial del Patrimonio Audiovisual.

Por ejemplo, y sólo para tener un caso muy reciente, hace poco la colección de videogramas de Aquí nos tocó vivir de 1978 a 2009, conducido por Cristina Pacheco y producido por canal 11, obtuvo el reconocimiento Memoria del Mundo de parte de la Unesco. El mérito de la serie consiste en recabar la vida cotidiana de los treinta años más recientes del Distrito Federal y la zona conurbana, pero ello ha implicado un cuerpo de 2057 videos en distintos formatos, que deben ser conservados.

Por supuesto que la afirmación de Bokova sintetiza una preocupación que se ha externado en diversos foros especializados en el tema: Qué bueno que la humanidad cuente con registros en audio e imagen sobre diversos temas, pero ¿cómo trasladar toda esa información por los distintos formatos si éstos presentan cambios en poco tiempo y a veces ni siquiera existe una mínima conciencia de su relevancia?

Además, una vez que los materiales son recopilados y transformados a formatos más recientes, surgen retos vinculados a qué hacer con ellos, cómo propiciar las condiciones para que los videos o audios sean clasificados y puestos al servicio de la comunidad.

Y es que el rescate en sí de los materiales audiovisuales no tiene sentido si no se concibe  a la par  su utilidad educativa, porque los registros audiovisuales constituyen serios soportes sobre la reconceptualización de lo que somos; vemos así cómo el problema no es sólo económico…

Bien las asociaciones civiles, las instituciones públicas podrían iniciar con una clasificación y preservación de archivos audiovisuales que sean de relevancia para el conocimiento del hombre, y contribuir así a la preservación de la memoria del mundo ¿o preferiríamos una humanidad con Alzheimer parcial?

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