Durante tres años y medio en Puebla se ha aplicado la fuerza, el poder, mas no el ejercicio de gobernar.
En ese tiempo se han aplicado disposiciones unilaterales, con el sometimiento de los otros dos poderes (legislativo y judicial), y también con el control de los ayuntamientos.
Se actúa de forma autoritaria, alejado de la población; con disposiciones legales que lesionan derechos humanos y civiles, y que culminaron con una deficiente intervención de la policía y la muerte de un niño, el 9 de julio.
En respuesta ello, miles de poblanos marcharon ayer por las calles de la ciudad de Puebla, para manifestar su indignación, su rechazo y su desconfianza.
Por eso las diversas demandas plasmadas en carteles o mantas: abrogación de algunas leyes, respeto a los derechos de los trabajadores, terminar con el acoso a sindicatos; no más gasto en obras que no benefician a la sociedad y, por supuesto, que se esclarezca la muerte de José Luis Tehuatlie.
Fueron miles los poblanos, sin tintes partidistas o políticos, lo que caminaron por las calles céntricas de la angelópolis.
Sin embargo, la respuesta del gobierno fue enviar notarios para “certificar” y “garantizar” que la marcha se realizara con tranquilidad; y después en un comunicado oficial minimizó la manifestación, pese a que hay pruebas que fueron decenas de miles los asistentes.
Definitivamente quienes están en el poder persisten en enfrentarse con la sociedad.
Harían bien en reconsiderar su actitud y cambiar el modo de conducirse. Y no es precisamente fotografiarse con niños como puede mejorar la imagen de quienes gobiernan.
Equivocados están quienes gobiernan si creen que con la manifestación de ayer los poblanos ya dijeron o hicieron todo lo que querían.
Los poblanos que ayer marcharon por las calles esperan un cambio en el “estilo de gobernar”, en que termine el autoritarismo en Puebla.
Por ello en una colaboración anterior señalé que “esto no ha terminado”.
No ha terminado mientras impere la fuerza y no el Estado de Derecho.
No ha terminado porque las leyes se quitan y ponen a capricho del gobernante.
No ha terminado en tanto continúe la sumisión del Congreso.
No ha terminado en tanto prevalezca la complicidad del Poder Judicial.