Mientras en los últimos meses la atención mundial fue acaparada por revelaciones de espías conversos, la elección de un nuevo papa o el conflicto en Crimea, una guerra sin cuartel no ha menguado en el ámbito de las grandes corporaciones: son las batallas que libran los gigantes empresariales para conservar o reclutar a los genios que revolucionarán el mundo que conocemos.
¿Cómo se ha desarrollado en los últimos años esta guerra por “cerebros” en las grandes corporaciones?
Hoy, conglomerados que no tienen nacionalidad, ni rostro y que están inclusive por encima de los gobiernos de los países, fortifican sus estrategias tratando de mantener el dominio y control de las vidas de millones de seres humanos.
No es de extrañar que la combinación de talento y millones de dólares de ganancia se conviertan en botín guerra. Así genios de las finanzas, de la programación y la robótica han dado saltos de Google a Facebook, otros han transitado por Amazon, Apple y Twitter, sólo por mencionar algunos de los principales actores.
Cuando optimizar la producción en serie y la ampliación de las gigantescas fábricas era la forma de conquistar la riqueza en una economía mundial no globalizada, durante la segunda mitad del siglo XX, resultó sumamente revolucionaria la predicción de que la riqueza de las empresas del futuro radicaría primordialmente en la capacidad intelectual de sus integrantes, tal opinión recibió críticas adversas.
Tal vez Steve Jobs y Bill Gates sean los más claros ejemplos de la generación de genios que a finales del siglo pasado y principios de éste, desde el mundo de la informática, revolucionaron todo lo que conocemos. Ambos personajes aportaron un elemento adicional que había pasado inadvertido: se puede ser una mente brillante que en poco tiempo acumula una chequera rebosante de millones.
Steve Jobs dejó una fortuna que se estima en alrededor de 9 mil millones de dólares. Gates, con una fortuna estimada en casi 80 mil millones de dólares, se ha convertido en uno de los hombres más ricos del planeta.
Rosa Jiménez Cano en su reciente artículo titulado “El cerebro de los Google Glass ficha por Amazon”, hace un recuento de los más destacados movimientos laborales en los gigantes informáticos.
Así nos hemos enterado que Babak Parviz –quien es considerado la mente detrás del laboratorio de productos futuristas Google X– recientemente fue reclutado por Amazon. Una operación de la cual no se ha dado conocer el monto, pero que los expertos suponen involucró varios millones de dólares destinados en sueldos y financiamiento a los proyectos que seguramente encabezará Parviz.
Hasta aquí el reclutamiento de talentos de una a otra empresa pareciera un fenómeno fatuo, muy similar a conocer el fichaje de futbolistas o la contratación de actores famosos por ciertos estudios cinematográficos, pero en el caso que nos ocupa no es así. Esto que se conoce como “guerra por cerebros”, la visión sistémica dice que en realidad los “cerebros” se convierten en neuronas y los pensamientos en proyectos que se harán realidad y afectarán nuestras relaciones, nuestro entorno… nuestro futuro.
¿Cómo lo hacen? la receta es simple: partir del conocimiento que existe en el mundo en torno al tema -y que está a un clic de computadora-, luego dejar que las ideas fluyan, si son de varios individuos con perfiles diferentes todavía es mejor, que esas ideas sean posibles de llevarse a cabo, que la ganancia a obtener supere el costo de emprender, y que realmente logre el cambio que se busca, no importa si suena demasiado loco.
¿Qué maravillas o desgracias hay en las propuestas de las mentes que van de una corporación a otra?
Sólo el tiempo responderá a cabalidad la interrogante, mientras tanto la guerra por “cerebros” sigue y seguramente continuará.
