22-11-2024 04:30:15 AM

Los hechos confirman nuestro dicho

Responsable del trabajo antorchista en la mixteca poblana

En un artículo anterior, dimos a conocer a la opinión pública poblana la soberbia y prepotencia del secretario de Desarrollo Rural en el estado, Alberto Jiménez Merino, y su actitud falaz e informal ante los acuerdos pactados con Juan Manuel Celis Aguirre, dirigente estatal del Movimiento Antorchista. Decíamos que tenemos dos años ocho meses gestionando ante la SDR el mejoramiento genético de ganado caprino y ovino, la adquisición de herramientas agrícolas y apoyos para echar a andar dos proyectos productivos: el cultivo de grana cochinilla y el de papaya maradol; para beneficiar a 2 mil campesinos de la mixteca poblana

Durante nuestras gestiones se nos dijo que se resolverían -por partes- nuestras peticiones, aceptamos. Pasó un año, pasaron dos, y han transcurrido ya ocho meses de un tercer año, sin que la palabra empeñada haya sido cumplida. Concluíamos, por tanto, que ante tanta informalidad, tanta burla y tantas mentiras, la única alternativa que nos queda es la manifestación pública; acto que se inició el pasado jueves 14 del presente mes.        

Nunca esperamos que al arribo de la manifestación nos estuviera esperando en la puerta el secretario, por el contrario, marchamos con la plena seguridad y convencidos de que si durante dos años ochos meses nunca quiso resolver nuestras peticiones, tampoco hoy lo haría con nuestra marcha -peor ahora que el Gobierno del Estado, haciendo suya la cantaleta de que “no negocian bajo presión” y amenazan con reprimir cualquier manifestación “para defender derechos de terceros perjudicados”, se ha convertido en panista de hecho-, ahora menos nos resolvería.

Lo único que esperábamos era respeto a nuestra protesta pacífica y justificada, por considerar que es una manera de reconocer la actitud equivocada de la dependencia y una manera de resarcir -en mínima parte- el daño causado por la soberbia y la prepotencia, tal y como lo aconseja la mínima racionalidad política. Dando muestras de que se consideran infalibles y dueños del poder absoluto, de que no les importa lo que la gente piense del gobierno y sus funcionarios, menospreciando al pueblo humilde y su capacidad de raciocinio, burlándose de su inconformidad, al arribo de nuestra manifestación a la secretaría salió el mandadero de Jiménez Merino a decirle al contingente que el “el Sr. secretario no estaba y regresaría hasta el miércoles 20 de agosto, que si lo queríamos esperar, hasta ese día nos atendería”.                

Como puede verse, tenemos toda la razón del mundo para protestar pacíficamente contra la Secretaria de Desarrollo Rural,  y nos quedamos cortos al caracterizar la personalidad del secretario. Seguramente piensa que su trato despectivo a la protesta de los agricultores pobres nos va a hacer desistir de nuestro intento. ¡A otro perro con ese hueso! A nosotros esos jueguitos sicológicos no nos desaniman ni nos harán desistir de nuestras ansias de progreso y redención. Conocemos y sabemos cómo actúan los de su estirpe y, por lo tanto, antes de manifestarnos, nos cubrimos con gruesa coraza -hecha de paciencia y decisión- para enfrentar con entereza actitudes de este tipo y otras que pudieran presentarse, y resistir el tiempo y ataques que nuestra lucha origine, hasta lograr que nuestra dignidad sea respetada por el gobierno en turno y nuestras demandas resueltas conforme a derecho.

Nosotros somos como Anteo (el hijo de la tierra), quien -según la mitología griega- cuando luchaba y caía, se levantaba con fuerzas redobladas, porque su madre, la tierra, al caer se las proporcionaba; así nosotros, por cada burla, por cada marcha que se nos obliga a realizar, por cada menosprecio a nuestra condición social, adquirimos más fuerza, más decisión y más voluntad para luchar y triunfar.

Por eso el secretario Alberto Jiménez Merino se equivoca rotundamente si piensa que vamos desistir de nuestra lucha al mandarnos empleados de tercera categoría a darnos golpes morales. No estamos para jugar a las vencidas, pero podemos afirmar, sin faltar a la más elemental verdad, que no nos retiraremos de las oficinas de la secretaría hasta no ver resueltas nuestras demandas, cueste lo que cueste, incluido el desalojo violento.                                              

Dice el dicho popular que viene a cuento citar: ”Hay que guardar pan para mayo.” Es decir, los políticos deben guardar gran respeto al pueblo, porque mañana o pasado van a necesitar de él. ¿Con qué cara se le puede pedir mañana o pasado al campesino al que se le tuvo plantado una semana, un mes o años, que fue reprimido o desalojado, su voto en próximas elecciones? Se puede hacer, pero se necesita mucho cinismo o mucho menosprecio por el pueblo para creer que éste no se cobrará en las urnas las ofensas recibidas.

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