El joven empezó a protestar:
-Señor agente, déjeme que le explique-.
-¡Silencio! Lo retendré hasta que regrese mi jefe-.
El muchacho insistía:
-Pero señor oficial, escúcheme, tengo prisa-.
El agente replicó:
-¡Cállese! ¡Ahora mismo, a la cárcel!-
Varias horas después, el guardia fue a ver al detenido y le dijo:
-Ha tenido usted suerte, el jefe asiste a la boda de su hija, cuando regrese estará de buen humor y seguro que le perdona-.
-No esté tan seguro- replicó el joven- ¡Yo soy el novio!-